San Francisco Solano (1549-1610)

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Es el Patrono del Folklore Argentino y en el Covento de los franciscanos de la Ciudad de La Rioja se conserva la habitación que ocupó cuando vivió en dicho lugar.

Nació en Montilla, España y a los 20 años se hizo franciscano. En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades. Desarrolló, al igual que Francisco de Asís, el fundador de su Orden, una relación especial con los animales.

En 1589, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente, y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras. Después de un accidentado viaje al Virreinato del Perú, con naufragio y peligro de perecer en el trayecto, como su destino era Tucumán (actual Argentina), emprende este larguísimo viaje en compañía de ocho franciscanos más. Había que atravesar los Andes por el valle de Jauja, Ayacucho y llegar hasta Cuzco; cruzar la meseta del Collao (la actual Bolivia) por Potosí y entrar en los confines del norte argentino, para de nuevo bajar hasta Salta y finalmente hasta las llanuras del Tucumán. Aquí permanece hasta mediados de 1595, como misionero. Recorrió los territorios de Tucumán hasta las pampas y el Chaco Paraguayo y Uruguay. Tenía y se sirvió del don de lenguas y llegó a adquirir las de los nativos a los que fue a predicar. El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el rabel y la guitarra. En los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones.

Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba del Tucumán, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles.

Finalmente murió el 14 de julio de 1610, en Lima, Perú. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un toque de campanas en el convento de Loreto, en Sevilla, donde había estudiado Filosofía.

Un jueves santo del año 1593, una multitud de indígenas diaguitas se alzó contra los abusos de las autoridades españolas, amenazando destruir la ciudad de La Rioja, fundada sólo dos años antes por Juan Ramírez de Velasco. La leyenda, que aún puede recogerse entre los habitantes de la zona, narra cómo san Francisco Solano se entrevistó con ellos en la zona llamada lLas Padercitas, en un intento por dirimir el conflicto político, para lo cual sugirió nombrar a un nuevo alcalde. Los aborígenes se negaban a admitir a los gobernadores españoles, por lo cual no aceptaron los nombres de los candidatos propuestos. Por tal motivo, san Francisco Solano tomó una imagen del Niño Jesús, la vistió con los atributos del alcalde y llevándola frente a ellos les dijo que iba a presentarles una autoridad de la cual nunca tendrían por qué quejarse. Los indios aceptaron al Niño como alcalde y se logró la paz. Luego esto daría origen al Tinkunaco.

En 1919 el Fray JOSE TOMAS URQUIZA, escuchando del pueblo comentarios sobre esta historia, vieja y popular, propone, organiza y logra una “GRAN PEREGRINACION HACIA LAS PADERCITAS”, con el ánimo de rescatar del posible olvido aquel acontecimiento de la conversión indígena y de la amistad entre ambos pueblos. Fue un frío 24 de Julio de 1919 en que se hace esa primera peregrinación. Con el tiempo se fijaría el 2o domingo de agosto de cada año.