Misa por Eva Perón (26 de julio)

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Sentido de esta Celebración Eucarística: La celebración de la Misa por Eva Perón que estamos celebrando en este Templo del Señor del Milagro, está por encima de todo sentido partidista y afirmación de grupos que pudieren estar desencontrados por la conquista del poder político. Hemos venido a este templo para orar; para buscar juntos lo que el Señor nos quiere decir esta noche; para pedir por una hermana nuestra que un día, como nosotros, fue marcada y sellada por el Bautismo que la hizo hija de Dios miembro de la Iglesia y hermana en la Fe cristiana. Buscar otra finalidad sería no comprender lo que significa para un pueblo y una comunidad la celebración eucarística y en cierta manera profanar el piadoso y cariñoso recuerdo por quien supo dentro de sus limitaciones, asumir con sentido cristiano todo lo que reclama la promoción integral de un pueblo.

Hoy, esta celebración nos debe hacer pensar que la hora en que vive nuestro pueblo argentino, reclama de todos nosotros estar por encima de egoísmos e intereses mezquinos, y buscar noblemente, fraternalmente, desinteresadamente, los caminos que lleven a que nuestro pueblo argentino a vivir como Dios nuestro Padre lo quiere.

No hay tiempo para perder en peleas caseras, es necesario tener lucidez y coraje para emprender nuevos caminos y nuevas decisiones que hagan cambiar el actual estado de cosas y la situación en que vivimos. Es tarea de todos caminar con nuestro pueblo y desde nuestro pueblo no puede constituirse más como un recurso demagógico para la conquista de votos en vista a elecciones, sino a constituirlo verdadero protagonista y con él buscar las soluciones a sus afligentes problemas.

Si la figura de Eva Perón se ha constituido en un símbolo de un proceso, como cristianos no podemos estar ajenos al mismo, y en las opciones políticas partidistas que se hagan, siempre se deberá tener presente el discernimiento que a la luz del Evangelio y del Magisterio Social de la Iglesia, corresponda hacerse para ser fieles a lo que Dios va hablando desde los acontecimientos en que vive nuestro pueblo.

Hoy el planteo debe ser profundo. O estamos por el cambio o por el no cambio. Y si la Iglesia hace escuchar su voz y decididamente se compromete por su pueblo y con su pueblo, lo hace por exigencia de su misión y no por compromiso con determinados partidos políticos algunos. La Iglesia “comunión de vida, caridad y verdad” debe contribuir cada vez más a dar a nuestro pueblo una comunión en los ideales, una concepción en el destino común y una cohesión de los esfuerzos para alcanzarlo.

Si señala, en el cumplimiento de su irrenunciable misión evangelizadora y salvadora todo aquello que entorpece la construcción de la verdadera fraternidad, cimentada en la auténtica justicia y en la paz, es brindarle a la nación el mejor aporte para que sus hijos, que en su mayoría son hijos suyos también, en la Fe, tengan una vida digna como personas e hijos de Dios.

Por eso predica oportuna e inoportunamente que no debemos separar la Fe de la vida; condena la tortura en todas sus formas; levanta su voz ante toda clase de injusticias; ayuda a expresarse a los que se les ha privado de hacer oír su voz; condena a todo sistema social, político, económico que degrada al hombre. Por eso no teme, porque es mandato de Cristo, enfrentar a los poderosos del dinero, del placer o del poder para que no sigan siendo cómplices de tanto dolor y de tanta sangre que se derrama.

Por eso la Iglesia, como servidora de la humanidad, sigue anunciando el fundamento de la esperanza, y da la fuerza que viene de Dios para asumir las consecuencias que significa cambiar esta sociedad en que vivimos por una sociedad mejor. No es ilusa; sabe que no es tarea de un día; que requiere cambiar interiormente; que no basta llenar la boca con la palabra pueblo sino que exige ayudarle a caminar con el mayor desinterés y jugarse hasta la sangre, si es preciso. Ella hace un serio llamado de atención, para que los políticos, lo que conducen la actual situación no entorpezcan, no defrauden y no engañen a un pueblo que busca una Argentina mejor por los caminos de la paz, no de la sangre.