Mensaje de Navidad (25 de diciembre)

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“Desde aquí anunciamos la esperanza que tanta falta nos hace”

Estamos escuchando villancicos de navidad. Todos nos hablan de una “noche de paz”, de una noche de encuentro.

La presencia de Alguien cambia la vida y el sentido de la existencia de los hombres. Dios Padre sale al encuentro del hombre en la persona de su divino Hijo Jesucristo. Los ángeles anuncian a unos pastores de la cercanía de Belén, que acaba de nacer ti Salvador de los hombres.

Convocados al encuentro

El Niño recién nacido nos convoca al encuentro de Dios con los hombres y de los hombres entre sí, en una verdadera fraternidad. Sentimos esta noche la presencia salvadora de Jesús, el Señor. El Amor, que es él mismo, acaba de hacerse carne en el Niño Jesús envuelto en pañales y recostado en un pesebre, y el fruto de ese pesebre es la paz.

Ahora sí que «la paz es posible». La anunciaron los ángeles a unos pastores de Belén y ellos la encontraron en el recién nacido. Este anuncio deberá hacerse encuentro entre nosotros, como signo de esa paz.

Como obispo de este Cristo de Belén, les hago llegar una vez más el anuncio y el saludo de la paz en esta nochebuena. Lo hago desde  Talmuyuna; en este sencillo pueblo riojano, sencillo como Belén, estoy celebrando la misa de navidad, y desde esta eucaristía deseo dar sentido de Iglesia y de comunión a todas las misas que se están ofreciendo en la diócesis; para ustedes, los de la ciudad capital; para ustedes, pueblos y puestos del interior de la provincia; para ustedes, chicos, jóvenes, ancianos, enfermos, presos: para ustedes, los que más solos se sienten, los que están angustiados y desorientados o sin afecto en esta navidad: para ustedes, hermanos cristianos no católicos; para ustedes, amigos de las diversas colectividades: para todos ustedes, mujeres y hombres de corazón recto.

La esperanza

Les envío el saludo que brota, nace y se fundamenta en el Cristo que se hace hombre como nosotros en Belén. La paz que a todos deseo es fruto de este encuentro de Dios con el hombre y entre nosotros, como hermanos. Aquí estoy, en el silencio de este lugar de campo, con hermanos sencillos como lo eran los habitantes de Belén. Estamos en la intimidad de una gran familia que vive esta nochebuena riojana. Reflexionamos sobre lo que significa ser testigos hoy de esta Buena Nueva, engendradora de paz y de fraternidad.

Aquí estamos, viviendo la navidad de este Belén riojano de 1972. Nos preparamos para tocar con nuestras manos al Amor hecho car­ne en la eucaristía de esta noche y en el abrazo que nos daremos como hermanos. Porque la paz es fruto del amor. Desde este lugar olvidado por los hombres y visitado especialmente por Dios, sentimos la comunicación con toda La Rioja, con la patria y con el mundo. Este Cristo de la nochebuena tira abajo todas las barreras y todos los obstáculos, para que nos sintamos un pueblo en marcha. Desde aquí anunciamos la esperanza que tanta falta nos hace.

La misa prohibida

Aunque tampoco este año nos es permitido hacer uso de la radiofonía para estar presentes con el saludo navideño en cada hogar de la diócesis, nos sentimos sin embargo unidos, desde esta pequeña comunidad de Talamuyuna, con todos ustedes, hermanos riojanos. Les brindamos este saludo y el anuncio de la Buena Nueva para quienes deseen darle cabida en su corazón. Lo hacemos en el nombre del Señor.

Pero esta navidad nos impone una gran tarea. El encuentro entre los hombres lo celebraremos cuando todos juntos, tomados de la mano, vayamos construyéndolo día a día. Esta navidad lo que dará verdadero sentido a nuestro encuentro del 31 de diciembre entre el santo patrono y el Niño Alcalde. Este rico tesoro de la tradición no deberá constituirse en un simple acontecimiento pasajero, sino que ha de ser tarea para todo el año 1973.

No tendremos verdadero encuentro si no es fruto de la paz. Y no habrá paz si no construimos la fraternidad entre nosotros. Construirla paz supone que «la paz es posible», pero no plenamente realizada. Debemos construirla cada día, en nosotros mismos, en cada hogar, en cada barrio, en cada pueblo y en toda la provincia. No será verdaderamente paz de Belén si pretendemos construirla con la mentira en sus variadas formas o con las solas fuerzas de quienes todo lo utilizan para humillar, envilecer y despreciar al hombre.

«Si quieres la paz, trabaja por la justicia», para que sea realidad aquello de que «todo hombre es mi hermano». No han pasado de moda estas consignas dadas por el santo padre Pablo VI a todos los cristianos. No trabajar por hacerlo realidad u obstaculizar a otros para que no lo realicen, aunque ello se lleve a cabo con discursos y se eche manos del mismo nombre de Dios, es ser infieles a este Cristo de la navidad.

Un mensaje a cada corazón

Cristianos riojanos: rogamos en esta nochebuena, de rodillas junto al pesebre que hemos armado en cada templo, en cada hogar y en cada lugar público, para que sepamos reflexionar muy seriamente todo lo que se nos exige hoy en La Rioja, como tarea de responsabilidad personal y como pueblo.

Amigos políticos: de entre ustedes elegiremos a quienes deberán regir los destinos de nuestra comunidad riojana. Los invito a que reflexionemos junto a este Cristo de la nochebuena acerca de todo lo que les exige concretar un proyecto político que sea capaz de hacer de esta provincia un lugar como lo quiere nuestro Padre Dios.

Hermanos riojanos: la nochebuena no se acaba con los villancicos. Aquí comienza la misión de ser cada vez más hombres nuevos y responsables, para brindar a La Rioja todo lo que le falta y para quitarle de encima todo lo que le impide ser un pueblo feliz. Esto es ser fieles al encuentro entre san Nicolás y el Niño Alcalde. Pensemos… En esta misma navidad. mientras unos la celebramos rodeando una mesa familiar, otros, quizá por culpa nuestra, están ausentes, lloran o no entienden cómo la navidad puede ser signo de felicidad para los hombres.