Los laicos, constructores y protagonistas de los 90 años de la Diócesis

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Gracias queridos laicos por unir cielo y tierra; corazón e inteligencia; vida privada y pública; templo y vida; oración y trabajo

(Monseñor Angelelli)

En estos 90 años de andar como Diócesis los laicos siempre fueron la levadura de la masa de un pan sabroso que se ha ofrecido a la sociedad.

Como parte de esa memoria agradecida a tantos laicos que caminan como pueblo de Dios recurrimos a la historia del ataque a dos de ellos en Santa Cruz en marzo de 1972.

En el mensaje de Cuaresma de 1972 Monseñor Angelelli invitó a vivir la consigna «Conviértete y cree en el Evangelio» llamando a reflexionar sobre la «vida moral» de la realidad argentina. En La Rioja muchos obreros eran explotados en su trabajo, en el precio de sus productos, en el costo de los bienes que adquirían para vivir.

En esta situación y en un contexto más amplio, los laicos Raimundo Ribero y Miguel Harispe, fieles ovejas del pastor Angelelli fueron atacados junto al Padre Pucheta, en Santa Cruz, en la zona de la Costa Riojana. La camioneta en la que iban sufrió una encerrona y nueve individuos los agredieron brutalmente, estaban enviados por latifundistas que veían peligrar su absolutismo con las enseñanazas de Angelelli y el obrar consecuente de los laicos. 

El Obispo al enterarse, dejó el retiro espiritual que estaba haciendo y en la homilía del 12 de marzo de 1972 aludía al hecho con palabras de aliento hacia estos laicos. 

Aquí algunas de sus palabras que nos animan a cada uno de nosotros:

La responsabilidad de obispo de la diócesis me urge a hablar acerca del hecho de violencia que se acaba de protagonizar. Fui a dar un abrazo de hermano a las víctimas, a solidarizarme con ellas y a reflexionar juntos. Están doloridos por los hematomas, por los golpes recibidos y por las molestias internas; de ellos recogí el relato sereno del hecho de violencia. Escuché luego las diversas manifestaciones del pueblo.

Un sacerdote y dos laicos, víctimas de un hecho de violencia por comprometerse con las esperanzas y las alegrías, con los dolores y las angustias de un pueblo. Un pueblo que, con actitudes nobles, firmes y solidarias, nos da una rica lección de la que todos debemos aprender: nuestro hombre quiere ser tratado como persona y no como cosa, como hijo de Dios y no como esclavo.

Esto supone asumir sus frutos y sus precios, alegres y dolorosos, como el hecho de Famatina; supone que estará en permanente juego la cruz y la pascua de Cristo; liberación y dependencia, libertad y esclavitud: he aquí el signo de la fuerza de Dios y el signo de la fuerza del egoísmo, opuestos como en lo vivido en Famatina.

Por eso, si nos duele el dolor de nuestros hermanos, cobardemente golpeados, nos alegra todo lo que tiene de resurrección y designo de personalización de un pueblo que cada día toma más conciencia de su propia dignidad.

A todo el pueblo de La Rioja: sepamos aprovechar este hecho para meditar las exigencias que se nos plantean, de vivir como hermanos, construir la verdadera paz, convertimos y creer en el evangelio. A ustedes, laicos: dos laicos han sido golpeados; interpreten lo que esto significa.

La diócesis de La Rioja les agradece el sufrimiento de la carne de ustedes, porque en ese dolor ya vislumbramos un amanecer de pascua, en la carne sufriente de nuestro pueblo riojano.

Hace 50 años nuestro Beato Obispo nos decía estas palabras que siguen resonando como memoria agradecida a todos los laicos protagonistas de la Fe, la Esperanza y la Misión de estos 90 años.