Los Changos del Jefe

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Carlos, Quique, Bergoglio y Miguel en la Catedral de La Rioja en 2006, a los 30 años del martirio de Angelelli

Estos changos, Carlos González, Miguel La Civita y Quique Martínez ya tienen 70 años y más de 40 de sacerdocio. Se formaron con Angelelli, a quien llamaban el Jefe y él los apodó Changos.
Carlos y Quique, cordobeses, estaban en el Seminario de Córdoba junto a Miguel quien pertenecía a la Diócesis de Venado Tuerto. Corría el año 1973 y deseaban una Iglesia en salida, sus corazones no se acomodaban a lo que la formación les daba. Angelelli, obispo de La Rioja, a quien conocieron en Córdoba los deslumbró con una propuesta de Iglesia cercana, con el Evangelio encarnado, con un Cristo vivo que pastorea a su pueblo. Además querían vivir de su trabajo formándose como sacerdotes.
El jefe aceptó el pedido de estos 3 changos ventiañeros y los recibió a fines de 1973. Los mandó a vivir con un cura en una Parroquia, trabajaban haciendo mantenimiento y estudiaban teología. En Angelelli experimentaron a un padre, a un pastor con olor a oveja, les enseñaba con el ejemplo, los enamoró aún más de Cristo. Ellos confirmaron su vocación y su misión. Compartían la pastoral con el obispo, lo alegraban con sus cuentos y chistes cordobeses y aprendieron a caminar con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio.
No faltaron varios que miraron con ojos desconfiados este estilo formativo y lo acusaron al Obispo de “sancochar” seminaristas, de no formarlos bien para el sacerdocio. Fue tanto el ruido que, en julio de 1975, Angelelli decidió hacer un consejo consultivo sobre el destino de estos changos quienes esperaban con ansiedad el resultado de la reunión y decidieron juntos que, cualquiera fuera la resolución, seguirían siendo fieles a Angelelli porque los había tratado como un padre y se había jugado por ellos.
La comunicación de sus destinos fue un momento difícil, más para Angelelli que para ellos. Deberían marchar a Buenos Aires, al Colegio Máximo de los jesuitas, para tener garantías de una formación consistente. Además el obispo, laicos, religiosas, sacerdotes que trabajaban por la dignidad de los más pobres eran mal mirados y perseguidos por el terrorismo de Estado. Enviarlos allá fue un modo de protegerlos. El superior de la Comunidad jesuita era Jorge Bergoglio quien también fue un padre para ellos. Angelelli los visitaba y se sentía orgulloso porque le informaban que sus changos eran estudiosos, solidarios, buena gente.
Ya con un gobierno militar las persecusiones y amenazas se incrementaron y aunque nunca se los dijo, notaban que el Jefe se sabía perseguido, vigilado. El 4 de agosto de 1976 por la tarde recibieron la temida noticia de que había muerto confusamente. Se sintieron huérfanos, desamparados y cuidados por el Padre Bergoglio. También sintieron miedo y Quique hasta redactó su testamento espiritual.
Terminaron los estudios y regresaron a La Rioja. Fueron ordenados sacerdotes en la Catedral por Monseñor Bernardo Witte el 11 de marzo de 1978.

Carlos, Quique, Bergoglio y Miguel en la Catedral de La Rioja en 2006, a los 30 años del martirio de Angelelli

Los tres changos siguieron pastoreando con el estilo del Jefe, el de Jesús. El 18 de agosto de 2017 Quique Martínez fue consagrado Obispo auxiliar de Santiago del Estero.
Hoy casi 50 años después, siguen siendo fieles a ese Jesús que los invitó a navegar Mar Adentro, siguen con la simpatía y la chispa de tres amigos en Jesús, son una reliquia viviente por su cercanía con Angelelli y sus compañeros mártires. Siguen siendo cercanos a Jorge, hoy Francisco.
Tienen la sencillez y la solidadridad de los buenos, de los pastores con olor a oveja y entre risas se dicen ¿quién hubiese dicho cuando protestábamos en el seminario que hoy estaríamos aquí? ¡¡ Y que uno de nosotros sería obispo!!. Siguen siendo los Changos del Jefe.

Carlos González, Miguel La Civita y el obispo Quique Martínez en 2022