La Iglesia tiene que seguir enriqueciendo su caminar con la voz del Pueblo de Dios

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Sínodo: La Iglesia tiene que seguir enriqueciendo su caminar con la voz del Pueblo de Dios (AICA)

Luego de la presentación de la Síntesis de la primera etapa del Sínodo a la Santa Sede, el subsecretario de la CEA compartió con AICA algunas de las conclusiones y pasos a seguir.

Recientemente, la Conferencia Episcopal Argentina dio a conocer el documento que sintetiza lo trabajado en la primera etapa del Sínodo en las diócesis del país. Esta primera etapa, que tiene como meta el sínodo 2023 convocado por el Papa, consistió en un camino de escucha “donde todas las Iglesias del país se transformaron en cajas de resonancias para oír los clamores y sueños de la gente” y concluyó con la entrega a la Santa Sede de este documento, que recoge las expresiones que el Pueblo de Dios en la Argentina manifestó en este recorrido.

En ese marco, AICA dialogó con el subsecretario de la Conferencia Episcopal Argentina, presbítero Matías Taricco, quien compartió algunas apreciaciones sobre las conclusiones alcanzadas en esta primera fase sinodal.

Respecto a cuáles fueron las conclusiones más salientes, el sacerdote citó un elenco que figura en el número 50: “La escucha, el diálogo y la inclusión; vencer el clericalismo, poder fortalecer el protagonismo de las mujeres en la Iglesia, revisar las celebraciones en una búsqueda de una liturgia un poco más inculturada, promover la formación de nuevos agentes pastorales dentro del nuevo paradigma que es la sinodalidad, trabajar más de cerca con los jóvenes y forjar una espiritualidad sinodal”, enumeró.

Consultado sobre las necesidades, demandas e incluso críticas que se vieron reflejadas en este proceso de consulta, el padre Taricco señaló: “Podríamos decir que la Iglesia ha manifestado la necesidad de trabajar en una espiritualidad sinodal que promueva la escucha, el diálogo y la inclusión, en una crítica fuerte hacia el clericalismo, esta realidad que a veces marca la vida de la Iglesia, desde la mirada exclusivamente de los sacerdotes”, explicó, al tiempo que advirtió que muchas veces “esa mirada no solamente la tienen los pastores de la Iglesia, sino que está incorporada en los mismos laicos”

Sobre los efectos de la pandemia que se pudieron entrever en este proceso, el subsecretario de la CEA manifestó que “en general, la pandemia nos afectó a todos: la vida de la Iglesia, las distintas comunidades, la pérdida de los seres queridos, la pérdida del encuentro presencial, y eso ha llevado muchas veces a vivir la fe de modo más individualista, o a veces al miedo del encuentro con el otro”.

Sin embargo, consideró que “no se ha evidenciado tanto en la síntesis, cuanto en las dificultades para llevar adelante el proceso sinodal”. Ahí, afirmó, “es donde muchas diócesis señalan la principal dificultad que ha dejado la pandemia en cuanto al proceso sinodal, en cuanto a la vida de las comunidades. En cuanto al proceso sinodal, a causa de la pandemia, ha costado mucho llegar a buen puerto, llegar al documento final que en cada diócesis se ofreció”.

La participación en esta etapa “ha sido muy buena”, reconoció el sacerdote. “Si recordamos que la Iglesia en la Argentina cuenta con 71 diócesis y circunscripciones eclesiásticas, de las cuales cinco son de rito oriental, y tenemos en cuenta que son 66 quienes han respondido positivamente al requerimiento del sínodo, diríamos que casi un 90% de las diócesis se ha movilizado, ha participado”.

En ese sentido, añadió: “Lo que se constata es una gran participación del pueblo de Dios, pero, esto hay que matizarlo, no es lo mismo en todas las regiones, en todas las provincias. Podríamos decir que hay diócesis que ya venían haciendo un proceso sinodal, por lo tanto este pedido de la Secretaría del Sínodo ha potenciado el camino que venían llevando. Otros lo están iniciando; otros ya habían cerrado su etapa sinodal, entonces la madurez o la búsqueda de la Iglesia argentina, en una realidad tan diversa y tan grande, pasa por distintas etapas, necesariamente, de acuerdo a las vivencias que tiene cada una de las diócesis”.

El gran desafío para seguir, consideró, “es hacernos cargo de este documento”. Y detalló: “Este documento, en diez breves  páginas representa eso, una síntesis muy densa, muy abigarrada, de la experiencia sinodal de la Iglesia en la Argentina. Necesitamos trabajarlo, digerirlo, y cuando digo necesitamos es un doble nivel: por un lado, en cuanto pastores, los obispos tendrían que trabajar este documento -de hecho se está trabajando en el Episcopado- y también tendría que tener una vuelta a las comunidades, para que las comunidades vuelvan a apropiarse del documento, que lo vuelvan a masticar, que se vean reflejadas en esto y a partir de la mirada que le aporta la síntesis, poder ubicarse en el mapa nacional para seguir caminando, para seguir respondiendo a las necesidades que la Iglesia va discerniendo, y quedan plasmadas en el documento”.

“Creo que el camino en la Iglesia local es muy interesante. Si pensamos cómo sigue el camino en las etapas del Sínodo, ahora viene la etapa continental, que no supone anular esta etapa, sino sintonizar esta etapa con lo que está pasando en el resto de América Latina y el Caribe, para después hacerlo en la Iglesia universal, pero insisto: una etapa no tapa a la otra, es decir, la Iglesia en la Argentina tiene que seguir apropiándose de esta voz del pueblo de Dios, para seguir enriqueciendo su caminar”.