Homilías de Pascuas de Monseñor Angelelli

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Compartimos 3 homilías de Mons. Angelelli del Domingo de Pascuas de los años 1969, 1971 y 1973.

Mensaje de Pascua a la Diócesis de La Rioja – Monseñor Angelelli -1969

Queridos hermanos y amigos:

El anuncio que hoy les hago es este: estamos en la Pascua; Cristo ha resucitado; Jesucristo es nuestra Pascua; es nuestra esperanza; es nuestro Gozo; es la fuerza y la victoria. Por eso, desde esta Iglesia Catedral, unidos a todos los presbíteros, sacerdotes de Jesucristo, que están presidiendo todas las comunidades cristianas de la diócesis; celebrados los misterios de nuestra Fe, que se centran en la Cruz y en la Resurrección de Jesucristo, les anuncio el gozo de la pascua actualizada en la vida de esta Iglesia Riojana. El saludo de «feliz pascua» no es palabra vana y convencional. La Alegría es verdadera; es la característica cristiana; la bienaventuranza es nuestro evangelio; porque la Buena Noticia, hoy este Evangelio, cantado por los ángeles en la Navidad, a la venida de Cristo al mundo; predicado por el mismo Cristo en el sermón de la montaña; hoy resuena en toda la Iglesia; aquí en nuestra Rioja, con toda la fuerza de VIDA NUEVA en el pueblo de Dios que somos nosotros -reconciliado por la Palabra de Dios anunciad en estos días y hecha realidad sacramental por la Eucaristía de la que hemos participado. Porque este Evangelio Pascual es la victoria sobre la muerte, sobre el pecado, sobre el dolor. Cristo el Señor, el centro de la Historia, se ha constituido en el Primogénito de toda criatura -«primicia de los que duermen»- Ven entonces porque sentimos la felicidad de anunciarles la felicidad de la Pascua del Señor a toda la diócesis.

El ministerio pastoral de Obispo, de todo sacerdote es ser pregonero de la resurrección de Cristo, de la Pascua del Señor, más aún, todo bautizado, todo cristiano debe ser pregonero y un anunciador a todos los hombres de todos los tiempos, que Cristo es el Señor porque ya no se lo encuentra en el sepulcro, ha resucitado. Cristo en su Pascua, quiere recordarle al hombre la verdadera dimensión humana, de criatura colocada en el universo para el dominio no solo de las cosas sino de sí mismo, para reflejar la imagen de Dios que lleva impresa sobre su rostro; es un anuncio que nos hace predicar la locura y el escándalo de la Cruz. Para suscitar energías morales nuevas y hasta heroicas, en el fondo de la debilidad humana; es anuncio que cuestiona la vida del hombre y de los hombres; es anuncio que cuestiona o pone nuevamente en tensión y en revisión, nuestra propia Fe. Es decir si somos los testigos de la Pascua de Jesucristo con la vida de cada día.

Hoy cantamos un himno pascual a la vida, a la vida que no muere, a la vida que resucita, a la vida que ilumina toda nuestra condición y situación humana. Comprenden… esta es la FE que anunciamos en Pascua, en esta Fe debemos encontrar el fundamento y la óptica para dilucidar todos los problemas que plantea la vida, privada y pública. Esta es la óptica de Dios para reencausar los esfuerzos y así lograr la verdadera reconstrucción de este Pueblo.

Y si prestamos nuestra voz, a través de nuestro ministerio pastoral, a nuestros hermanos, los necesitados, los pobres, los explotados de diversas maneras, los que buscan descubrir el rostro de Cristo resucitado en el rostro de nosotros cristianos de hoy. Es por una exigencia irrenunciable, que la razón hay que descubrirla en la locura de la Cruz y en la Pascua de este Día; porque esta realidad que vivimos en el Cristo Cabeza de la Iglesia lo vive también el resto del Cuerpo de la Iglesia en cada uno de sus miembros, lo vive cada hombre no importa su raza, color, condición social, edad o sexo; su manera de pensar o su credo; descubrimos un hombre y por este hombre, Jesucristo llegó hasta la locura de la Cruz para hacerlo el hombre feliz y realizado. Ayudar a educar un pueblo en el sentido pascual de la vida, es ayudar a que la comunidad en que vivimos despierte nuevas energías, necesarias para poder ser artífice de realizaciones concretas.

La fuerza y la pujanza de esta vida nueva, nacida y reverdecida en la Cruz y en la Pascua, es la que debe acrecentarse en cada uno de nosotros más sobreabundantemente.

No temamos hermanos, carísimos, a quienes sobreabundando de esta vida nueva, que es vida de Dios, vida trinitaria en cada hombre, vida de Fe, de Esperanza y de Caridad. Vida ahondada en los dones del Espíritu Santo vida fecunda que hace mártires, apóstoles, confesores, vírgenes, servidores de los hermanos, hombres comprometidos, hombres libres interiormente, hombres serenos y maduros, hombres llenos de la sabiduría.

Temamos a quienes son incapaces de cantarle a la verdadera vida, a la Esperanza y al amor operante; a quienes el hombre ha dejado de ser un hermano, un amigo, el rostro de Dios y el templo del Espíritu Santo, para convertirlo y colocarlo en el mercado como una mercancía y disputarlo, como tantas cosas que se compran y se venden, por unos pesos. De quienes no les interesa dejar tras de sí, un reguero de dolor y de desesperación, si son cristianos, éste es el día para recapacitar muy seriamente. Un día como este, las aguas bautismales nos sellaron para siempre a que debíamos ser hombre nuevo y testigo de la Pascua.

Así si tiene sentido el saludo pascual, es el reencuentro de la comunidad, en aquello que le da su fundamento, y su solidez y su eterna juventud porque Cristo es el eternamente Joven.

Saludos: gobernantes, al presbiterio, Religiosas, laicado, comunidades parroquiales, enfermos, cárcel, hermanos separados, colectividades, al más abandonado.

 

Mensaje de Pascua a la Diócesis de La Rioja – Monseñor Angelelli – 11 de abril de 1971

Amigas y hermanos de toda la Diócesis: después de haber vivido intensamente este triduo de la Semana Santa, en el que hemos celebrado el Misterio Cristiano de la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, el Señor, llegue el saludo  Pascual  a todos ustedes.

A los que rigen los destinos de esta Provincia en sus distintos poderes; a Ustedes Hermanos en el sacerdocio de Cristo; a ustedes religiosas, consagradas para ser testigo de lo que no perece y al ser-vicio de este pueblo; a ustedes comunidades parroquiales, a ustedes laicado apostólico de la Diócesis; a ustedes hogares riojanos; a ustedes enfermos de hospitales, clínicas y en casas particulares, a ustedes amigos de la Cárcel, a ustedes chicos, a ustedes jóvenes, a ustedes ancianos, abuelos y abuelas; a ustedes que se encuentran solos en la vida; a ustedes amigos de los medios de Comunicación Social en la prensa oral y escrita; a ustedes colectividades extranjeras; a Ud. amigo que quizás no recibirá ningún saludo, reciba éste que le envío con todo afecto. A ustedes amigos turistas que han llegado a esta tierra riojana para descansar unos días; a ustedes camioneros, conductores de colectivos y quienes viajan por las rutas de nuestra Provincia.

¿Se imaginan? Este saludo ya nos indica una convocación a vivir solidariamente; a encontramos los unos y los otros porque nos necesitamos. Hoy la Pascua es una gran convocación a construir todo aquello que nos lleve a la Vida, a mejorarla, a perfeccionarla, a hacerla fuente de felicidad para todos. Hoy este saludo Pascual nos invita a intensificar nuestros esfuerzos para ser constructores de una comunión entre los hombres. La Pascua que anunciamos en Jesucristo, es un paso más a seguir siendo los hombres de esperanza; los hombres que aprendimos una vez más la lección de la CRUZ de Jesucristo para que unidos a Él y con la fuerza del Espíritu Santo que habita en nosotros por las aguas regeneradoras del Bautismo, miremos el futuro con más optimismo, aunque existan sombras que nos hacen inclinar al miedo y al desaliento. Una vez más somos convoca-dos por el Señor, el Cristo Resucitado, el de ayer y el de hoy, el principio y el fin, a quien pertenecen el tiempo y la eternidad, que con su luz disipe las tinieblas de la inteligencia y del corazón de los hombres.

Este saludo de alegría y de gozo, nos exige a todos, grandes y chicos, hombres y mujeres, a romper todo aquello que impida que cualquier hombre que es mi hermano no pueda vivirlo, y aunque sea difícil y dura la tarea a la que nos embarcamos, es preciso, con la urgencia que reclama la hora, ayudar a nuestros hermanos, quienes sean, a reencontrarse consigo mismos y con el otro; a trabajar en nuestra patria para que desaparezca todo aquello que lleva a la represión entre argentinos, alodio, violencia, a la tortura entre hermanos, a sabernos descubrir en aquello que tenemos de positivo y juntos construir la felicidad de todos; a que mientras hoy cantamos a la Vida y al Señor de la Vida no recurramos a poner normas jurídicas que quitan la vida a compatriotas nuestros.

Esta Pascua, que debe actualizarse en cada uno de nosotros y en nuestro pueblo, nos aliente y nos haga tomar coraje para saber hacer las opciones en la vida privada y pública -como individuo y como pueblo – en el ámbito privado y en el ámbito oficial, que lleven a remover las causas que originan este estado de crisis, desconcierto, violencia, enfrentamiento, los signos de muer-te y no de vida cuando se pretende construir una sociedad nueva ale-jada de los fundamentos escritos por Dios en el mismo corazón del hombre y proclamados como don de Vida por Jesucristo, en la Cruz y en la Pascua de su Resurrección. Es preciso que los hombres con graves responsabilidades de conducción en la Política, en la economía, en lo social, de la cultura y del tejido jurídico, deben poner la concepción del hombre realizado por Jesucristo en su Cruz y en su Pascua.

Este es el gran servicio que hoy, en esta Pascua, vuelve a brindar a sus hermanos los hombres, la visión global del hombre según el Mensaje Pascual de Cristo Resucitado.

Hablar hoy de Revolución y cambio profundo en la sociedad en que vivimos, es traicionar esta hora histórica si seguimos pensando en un hombre neutro; lo que ayer parecía una clarinada de van-guardia en la reforma de la sociedad, hoy ya es caduco y superado por el hombre mismo. Si no aceptamos sectarismos de ningún tipo, no significa esto que nos equivoquemos, después de los grandes adelantos de la ciencia, de la técnica y de la investigación en todos los órdenes, en la visión integral del hombre y de la comunidad de los hombres y de sus destinos exigidos por su condición de persona humana y llamada a vivir la Comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

No podemos construir una sociedad nueva a espaldas de nuestro pueblo porque en el corazón mismo de la comunidad de los hombres habla Dios; y es preciso estar atentos a su voz, que se manifiesta en sus silencios, en sus aspiraciones, en sus tensiones, en sus actitudes hasta violentas, en su sufrimiento y en sus alegrías, en sus deseos de desarrollo integral mente concebido, en sus marginaciones, en sus protestas, en todo aquello que es signo de vida rudimentaria o de muerte física o espiritual o moral. Esto es penetrar en el sentido hondo de una Pascua Cristiana en nuestro mundo de la era espacial. El egoísmo individual y de grupos, la mentira disfrazada de ver-dad, el orgullo con que a veces y con frecuencia sellamos nuestro obrar, las injusticias y todo tipo de explotación del hombre por el hombre, ya han cobrado demasiadas víctimas, como para que no nos decidamos a ser hombres nuevos que significa sumir en la propia vida con todas sus consecuencias el contenido de la Cruz y de la Resurrección de Cristo. Un cambio interior fundamental que toca toda la perso-na humana es un renacer de nuevo, es hacer morir ese hombre viejo que todos llevamos adentro y hacer nacer el hombre nuevo que El Padre de los Cielos realizo en Cristo Resucitado.

Amigos, esto es Pascua, ésta es la nueva levadura que debemos ser los cristianos, esto es trabajar con sentido pascual para construir una sociedad nueva. Esto es una comunidad cristiana, CRISTO RESUCITADO actualizado en cada uno de nosotros.

Que Cristo, el Señor, nos dé su gracia para seguir caminando juntos.

Mensaje de Pascua a la Diócesis de La Rioja – Monseñor Angelelli -1973

        Con el repique gozoso de las campanas de nuestra Catedral y de los otros templos y capillas de la ciudad y del interior de la Diócesis. ANUNCIAMOS LA PASCUA DEL SEÑOR ¡CRISTO HA RESUCITADO!. Con la misma certeza y alegría de aquella primera Pascua, lo hacemos hoy, en todo el mundo. ANUNCIAMOS LA VIDA, LA ESPERANZA, LA SALVACIÓN, LA REDENCIÓN, LA LIBERACIÓN.

 “LA PAZ ES POSIBLE” entre los hombres… la certeza del HOMBRE NUEVO y la respuesta a los más profundos interrogantes que se plantea el hombre actual. La Iglesia es el fruto de la Pascua, y sólo en Ella se la puede comprender en su origen y en su misión en el mundo. Esta Pascua ha venido preparándose en toda su realidad profunda en el camino del éxodo bíblico, en el camino penitente de la Cuaresma y en el camino del Viernes Santo, “escándalo para unos y necedad para otros”.-

             La “sabiduría” de nuestro pueblo, que la ha ido tejiendo durante una larga marcha de “éxodo”, en su historia, semejante al narrado en la Biblia; que se ha ido jalonando en jornadas de cruz, como la del Señor en el Viernes Santo… hoy nos traduce el sentido de la Pascua en “riojano”, cuando lo expresa, hermosamente, en la voz de sus poetas y copleros. “Nadie es poeta mientras camina en la vida, sólo se es poeta cuando se muere… mientras caminamos somos mensaje nomás”; cuando la traduce, con toda la hondura litúrgica de la Vigilia Pascual y del Viernes Santo, por distintos caminos, bajando por los senderos de los cerros, o caminando en caravana silenciosa, sufriente y orante, haciendo el duro camino del Barrial de Arauco, con rumbo al Señor de la Peña, para pegar en la roca una frágil cruz de caña, símbolo de la fragilidad de la vida que se apoya en la roca firme, profunda y sólida, símbolo de ese Cristo que muere y resucita  para que encontremos la fuente de la VIDA. Hoy nos traduce el sentido de la Pascua en “riojano”, cuando alumbramos esa “roca” con débiles velas, mezcladas con el humo en la agresividad de la naturaleza del lugar, para “gritar” en el silencio, con gestos y rezos, nuestra necesidad de Cristo, que es la LUZ verdadera, la vida, el salvador, el redentor, el liberador de “todo el hombre y de todos los hombres”.

        Expresamos la necesidad de la Pascua, COMO PUEBLO, cuando buscamos afanosamente rumbos y caminos nuevos para concretar una verdadera pascua en La Rioja y en la Patria; cuando nuestro pueblo hace opciones que permitan romper toda dependencia (no querida por Dios), y se esfuerza por construir una Comunidad de hombres nuevos (anunciada en la Pascua del Señor).

        Nuestra larga experiencia como pueblo,   de saber lo que es el camino difícil y duro de la vida diaria, nos puede hacer caer en la desesperación de no creer que “la Pascua es posible en La Rioja y en la Argentina, para todos; caer en la otra tentación de que la Pascua traducida en riojano, hoy no tendrá más cruces en el camino, exigencias de conversión personal para cambiar la propia vida en otra distinta y nueva; nos puede hacer caer en la tentación de que para sostener una falsa personalidad, status social, cargos, debemos seguir alimentando de diversas maneras nuestro orgullo, nuestro egoísmo, nuestra vanidad estúpida. Recuerdo en esto lo que me decía un viejo amigo del oeste riojano (hombre sencillo, hombre de campo, cargado de años, de hablar poco y de “rumiar” mucho lo que dice): “En la vida, Padre Obispo, es necesario perderse muchas veces en los cerros, para aprender a ser un buen baquiano”-.

        Anunciar la Pascua de este “73, es retomar todo el sentido del ENCUENTRO que hicimos en diciembre en las fiestas de San Nicolás. Porque, decíamos, el Encuentro no es un simple rito “religioso-folklórico”: es una META, y una TAREA para TODOS. Como “meta”, es ser un pueblo verdaderamente FELIZ, hermanado, todos artífices en la construcción de una Rioja nueva, como lo quiere Dios. La tarea, es asumir la realidad de que aún no lo hemos logrado; ni siquiera que se ha logrado con el 11 de marzo, aunque se haya manifestado una “opción de liberación”. Entonces nos queda el camino por recorrer, camino que seguirá siendo como el del Barrial de Arauco, como el del Éxodo bíblico, como el del Viernes Santo. Pero queremos hacer realidad LA PASCUA EN LA RIOJA y en la ARGENTINA.-

        En esto también, tendremos distintas formas de tentación: cansarnos, creerlo muy difícil y bajar las manos; asustarnos de todo lo que exigirá ser hombres pascuales, hombres liberados, pueblo liberado; dentro y fuera de la comunidad eclesial. Pondremos muchas excusas para auto convencernos de que no es posible llevarlo adelante, que hablar de Pascua es una “ilusión”; quizás lo veamos como una consideración piadosa. No faltarán quienes por debilidad, por malicia, por intereses personales y de grupo, recurran a toda clase de artificios, aún religiosos, para que la Pascua no sea realidad en La Rioja. No faltarán, Dios quiera que así no sea, los que susurrarán al oído: “no te metas, es mejor quedarse tranquilos porque las cosas seguirán como siempre”, etc. La tentación puede llegar a pactar, entregando el precioso don de Dios de la libertad a algún “amo de turno”, y no ser solidarios con las “esperanzas y tristezas de un pueblo que ya no quiere ser más el resignado”.

El Cristo de la Pascua no quiere un pueblo resignado, sino luchador para lograr tener la VIDA que se la ha dado Dios Padre en plenitud, en su Hijo Divino, Jesucristo.

        Si hoy anunciamos LA PASCUA DEL SEÑOR a toda la Iglesia Diocesana y a todo hombre de buena voluntad, es también para que como Comunidad eclesial, esta Iglesia Riojana sea rica en VIDA. Esto se traduce en “meta” y en “tarea” para “todos”: sacerdotes, religiosas y laicos.

        Este anuncio de la Pascua del “73 nos exigirá ser permanentes vigías, en el nombre del Señor, para que un proceso iniciado sea siempre fiel al Plan de Dios. No es una actitud negativa; todo lo contrario, será el mejor servicio al pueblo y a quienes tienen y tendrán la misión de gobernar. Deberemos tener permanentemente un oído en el corazón del Misterio Pascual, que es Cristo, y el otro oído en el corazón del pueblo, que debe ser protagonista, porque allí es donde el Espíritu Santo va impulsando la historia, haciéndola viva y dinámica, haciéndola siempre joven. Descubramos, por tanto, esta doble fidelidad. Será preciso que en la luz de la Pascua del Señor dimensionemos el rol de la Comunidad Eclesial en La Rioja, en esta hora difícil y cargada de signos esperanzadores. Decimos, con el Papa Juan XXIII, que se nos exigirá ser vigilantes sobre nosotros mismos para no ser “vaticinadores de calamidades”, sino de esperanza y de vida nueva. Deberemos superar todo dualismo en la vida personal y en la Comunidad, eso de “evangelio un lado y vida por otro”, que se suele traducir de muchas maneras por defecto o por exceso.

        Si nos hemos detenido en lo que es la Diócesis de La Rioja, en este Mensaje Pascual, no somos ciertamente indiferentes con respecto al resto de nuestra Patria. Si ha renacido una gran esperanza, es verdad que ella exige una ardua tarea a la que todos estamos comprometidos a asumir, dentro de la esfera de nuestras responsabilidades.

        También la Iglesia en lo nacional, a nivel Episcopado, como de todos sus miembros, deberemos asumir y ahondar el rol protagónico que nos toca. Desde nuestra misión de pastores, religiosos y laicos, tendremos que afinar el oído, guiados por el Señor para saber hacer la relectura del Misterio Pascual en el importantísimo acontecimiento salvífico que se iniciará, con características nuevas, el 25 de mayo próximo en la Argentina.

CRISTO, EL SEÑOR, EN ESTA PASCUA BENDIGA A LA RIOJA Y A LA PATRIA.