Homilía Monseñor Braida en la CEA – El camino sinodal es el camino de la Iglesia

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homilía

Misa por una Iglesia Sinodal

Asamblea de la Coferencia Episcopal Argentina

miércoles de la III semana de Pascua, feria 17/04/2024

(Hch 8, 1b-8 / Sal 65, 1-3a. 4-7ª / Jn 6, 35-40)

 

  • “El camino de la sinodalidades el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, ha expresado el Papa Francisco en octubre de 2015.

Cuando en la actualidad la Iglesia se plantea con mayor decisión fortalecer su dimensión sinodal lo hace como consecuencia de un tiempo de maduración que viene recorriendo desde el Concilio Vaticano II en el cual se buscó volver a sus raíces, volver a considerar más fielmente sus orígenes, cuando ella surge con los discípulos convocados por Jesús que, luego de su Pascua, formarán comunidades misioneras animadas por el Espíritu Santo.

  • En el Evangelio de hoy Jesús se nos presenta como el Pan de Vida diciendo que el que va hacia él jamás tendrá hambre; el que cree en Él jamás tendrá sed. El Pan, que es su persona, es dado para que sea recibido por el discípulo de modo que contribuya a una relación íntima y profunda con Él y con su Padre que es quien lo convoca al seguimiento de su Hijo.

Cuando se convocó a la Asamblea sinodal del pasado año se nos dijo con insistencia que dicha Asamblea es ante todo un acontecimiento espiritual, de oración y de escucha del Espíritu Santo, verdadero protagonista del evento.[1] Invitando a que todo el Pueblo de Dios acompañe la Asamblea Sinodal con su oración. A su vez, Francisco, al inicio de esa Asamblea nos dijo: “No olvidemos que el protagonista del Sínodo no somos nosotros: es el Espíritu Santo… El Espíritu Santo es el protagonista de la vida eclesial: el plan de salvación de la humanidad se realiza por la gracia del Espíritu.”[2]

Por eso, queridos hermanos, para promover la sinodalidad en la Iglesia tenemos que alentar en nosotros, en primer lugar, y en todos los fieles una experiencia creciente de encuentro con Jesús. Tenemos que promover la vida interior de todo el Pueblo, empezando por aquellos que están más comprometidos con la animación pastoral. Es esencial aprender a percibir las mociones del Espíritu en el interior de cada uno y sus manifestaciones en los acontecimientos que nos rodean para, de ese modo, compartir con los demás lo que el Espíritu de modo particular quiere expresar a través de cada uno. “Sin oración no habrá Sínodo”, repite el Papa en varias ocasiones.

En nuestro andar, como Iglesia que peregrina en Argentina, sabemos cómo el santo Cura Brochero y santa Mama Antula promovieron los Ejercicios Espirituales en toda la población para trabajar la vida interior del pueblo y como, a partir de ellos, se producían grandes conversiones que llevaban a un mayor compromiso eclesial y a una transformación social expresada en la construcción de escuelas, caminos, mejora de la producción, en formar mejores ciudadanos y dirigentes, etc.

  • El Libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a las primeras comunidades guiadas por el Espíritu Santo. En el texto que recién se proclamó vemos cómo los primeros cristianos se van dispersando por la persecución y, al mismo tiempo, van dando inicio a una gran expansión misionera.

El Resucitado les había dicho: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15). Ahora, la obediencia a ese mandato se da en un complejo momento de persecución y de martirio –acababan de matar a Esteban, uno de los primeros testigos del Evangelio-. Un tal Saulo los arrastra a la cárcel a los que seguían el nuevo Camino, hombres y mujeres. Con toda razón podrían haberse preguntado ‘¿Estará bien que arranquemos así? ¿es este el modo de iniciar la misión?’.

Pero la realidad es esa: Tras el martirio de Esteban “los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra…” En Samaría al oírlo a Felipe y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente sus palabras. A su vez, signos concretos daban fe que estaban en el camino correcto: los espíritus impuros salían de muchos que estaban poseídos, un buen número de lisiados quedaron sanos, “y fue grande la alegría de aquella ciudad.”

 

Queridos hermanos en la complejidad del tiempo que vivimos tenemos que asumir la sinodalidad de la Iglesia. O, mejor dicho, la complejidad del tiempo que vivimos tiene que ser asumida de modo sinodal, también hoy con una apertura amplia al Espíritu, cultivando una vida orante, como recién lo decíamos, propiciando una mayor participación de todo el Pueblo de Dios con sus propios carismas y talentos.

Solamente considerando los problemas que vimos ayer, el Narcotráfico y el mundo del consumo que deteriora a tantas vidas humanas, y la necesidad de alentar la evangelización en el basto mundo de las redes sociales son realidades que nos desbordan. Si agregamos la crisis económica y social podemos preguntarnos ¿cómo responder a tanto?

Por eso es importante tener presente las preguntas que nos acompañan y orientan este tiempo de preparación a la segunda sesión del Sínodo: ¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión? ¿Cómo potenciar la corresponsabilidad en la misión de todos los miembros del Pueblo de Dios? ¿Qué ministerios y órganos de participación pueden renovarse o introducirse para expresar mejor esa corresponsabilidad?

En cada miembro del pueblo de Dios hay algo para aportar y responder a esas situaciones, teniendo bien presente lo que nos dijo Jesús en el evangelio de hoy: “La voluntad del que me ha enviado es que Yo no pierda nada de lo que Él me dio”. Esto tiene que ayudarnos a valorar el lugar de cada persona en la vida de la Iglesia y en la sociedad. Nadie tiene que quedar al costado del camino. Nadie. De hecho, por ejemplo, las personas que se han recuperado de las adicciones -luego de haber llevado vidas muy desordenadas-, son ellas las que mejores recursos tienen para acompañar a otros.

Los que trabajan en el mundo de la seguridad, de la salud y la educación, cada familia, cada hermano o hermana que están presos, tienen que formar parte de la armonía sinodal que es obra del Espíritu Santo. En este sentido nos dice Francisco: “Cada comunidad cristiana, cada persona tiene su propia peculiaridad, pero estas particularidades deben incluirse en la sinfonía de la Iglesia, y la sinfonía adecuada la realiza el Espíritu: nosotros no podemos realizarla.”[3]

  1. A su vez, creo que necesitamos, de modo particular, seguir dando pasos para valorizar aún más la misión del laico en la Iglesia y en el mundo. Es necesario que en cada vida laical brille la belleza de su propia vocación y que sus cualidades y habilidades puedan ofrecerse para el bien común. Así, la vida de la Iglesia se verá enriquecida ampliamente y su participación en la vida social y política, ayudará a enfrentar con mayor eficiencia la complejidad de este tiempo en todas sus aristas.

Por tanto, queridos hermanos, es tiempo de buscar ejercitar la sindalidad enfrentando las situaciones concretas que hoy nos tocan vivir atendiendo entre todos, particularmente, las situaciones difíciles de pobreza y marginación. Acercarnos a estas realidades y hacer algo concreto por ellas, de modo sinodal, será un signo claro y contundente de que la evangelización va por buen camino.

  1. La realidad es que en el camino sinodal, en nosotros y en las comunidades, surgen dudas y tensiones. De hecho vemos que en el compartir sinodal aparecen consensos pero también divergencias no fáciles de armonizar. Sin embargo tenemos que caminar juntos aún con esas tensiones. Y para esto va quedando bien claro que tenemos que ayudarnos mutuamente como Iglesias hermanas.

El beato Angelelli, vivió su vida de pastor propiciando la participación y la corresponsabilidad en la iglesia para que  cada bautizado participe de su misión. Por vivir fielmente esa renovación sinodal del Concilio en la complejidad de su tiempo dio la vida junto a sus compañeros mártires. También él experimentó las numerosas tensiones que se generan en el camino sinodal a tal punto que se preguntaba si estaba haciendo bien. De hecho le pide a Pablo VI que envíe un visitador para ver si no estaba caminando en vano. Así es enviado mons.  Zaspe, un pastor de una Iglesia hermana, quien habló con los diferentes grupos en tensión y envió informe al Papa para que éste luego le haga su devolución confirmándolo en el camino. La Relación de Síntesis propone “Que se activen, estructuras y procesos de verificación regular de la tarea del Obispo….” un modo podría ser a través de las iglesias de una provincia eclesial o de la región. En este camino sinodal tenemos que acompañarnos de cerca las iglesias hermanas, para ser fieles a la misión evangelizadora, misión encarnada en este tiempo, en el tiempo que hoy nos toca vivir. Para que también en este tiempo se manifieste “la voluntad del Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que él lo resucite en el último día”. Y en este tiempo y en nuestros pueblos se manifieste hoy la alegría, la alegría grande de los samaritanos al recibir las palabras y signos de los primeros evangelizadores. Así sea.

[1] Grech, Cardenal. Carta a obispos. 12/10/2023

[2] Papa Francisco. Discurso de apertura a la  XVI Asamblea General del Sínodo. 04/10/2023

[3] Informe de Síntesis de la primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, 12 j. 28/10/2023.