Homilía Monseñor Braida – Conmemoración de los Beatos Mártires Riojanos

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“Recibir la Palabra y comunicarla con toda la Vida”
Homilía de Mons. Dante Braida pronunciada en la Misa en Memoria de los beatos Enrique Angelelli y compañeros mártires. Templo parroquial ‘El Salvador’,
Chamical
Recibe el ministerio de Lector el seminarista Diego Olivera- 17/07/2022 –
Textos bíblicos: Gn 18, 1-10ª;sal 14; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42
Estimada comunidad:
Damos gracias a Dios por estar reunidos en este domingo celebrando a nuestros beatos mártires riojanos: Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, Mons. Enrique Angelelli y Wenceslao Pedernera. Damos gracias porque seremos testigo del ministerio del lectorado que recibirá el seminarista Diego Olivera.
1. El Evangelio de Mateo nos presentó la acogida que le brindan a Jesús Marta y María en el camino que va recorriendo a Jerusalén, donde entregará la vida por nuestra salvación.
En esa ocasión Jesús valora y destaca la actitud de María que se pone a sus pies para escuchar su Palabra. En un tiempo en que la mujer no podía ocupar el lugar de discípula, Jesús se lo permite, inaugurando así una etapa de donde el discipulado también es para ellas. Y, además, valora el priorizar un tiempo para la escucha atenta de su Palabra por encima de las ocupaciones que agitan y distraen nuestra vida.
Recibir al Señor, escuchar atentamente su Palabra es el punto de partida esencial para una vida evangélica y entregada. Necesitamos tomar conciencia de todo lo que nos distrae o impide tomarnos un tiempo para estar a la escucha del Señor dejando que su presencia nos transforme y haga crecer. Carlos y Gabriel vivieron de la Palabra y la comunicaron con sus vidas. En las visitas a cada hogar, en la predicación y en el derramamiento de la sangre. Por eso sus vidas llegaron a la plenitud para la que han sido creadas. Qué hermosa valoración que hacía mons. Angelelli de esta realidad en la misa de exequias de ellos cuando dice: “cuando el corazón humano está lleno de la palabra de Dios, es decir, lleno del Señor y de todo lo que inspira el Señor, y nosotros acogemos todo esto. ¡Qué estupendo!”
2. En la Escucha al Pueblo de Dios que hicimos al inicio de este año muchos han expresado que la Iglesia tiene que ser más un “Espacio de oración y escucha de la Palabra de Dios, donde se promueva retiros, ejercicios espirituales, lectura orante de la Palabra y jornadas de espiritualidad destinadas a diferentes edades y estados de vida; para agentes de pastoral y con especial atención hacia personas alejadas, en los centros urbanos y en las zonas rurales.”
Queridos hermanos y hermanas, hoy el Señor nos invita a priorizar en nuestras vidas tiempos de oración y escucha atenta de la Palabra. Tiempos en los que podamos discernir nuestras vidas y la realidad que vivimos a la luz del evangelio y su mensaje. Tiempos donde le entreguemos decididamente el control de nuestras vidas al Señor para que él nos conduzca y guíe por el mejor camino.
A la vez como Iglesia tenemos que propiciar diferentes espacios de oración, y hacer de nuestras parroquias y áreas pastorales verederas ‘escuelas de oración’, como nos lo dicen también las líneas pastorales.
Hoy mismo fui testigo, en la misa que celebramos en la cárcel del testimonio claro y concreto de hermanos privado de la libertad que han ido cambiando sus vidas por la ayuda de la pastoral carcelaria que les ha guiado en la lectura orante de la Palabra… Qué esperanza generó en uno de ellos los versos del salmo 8: “Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y la estrellas que has creado:¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?”… Sentirse amado y cuidado por Dios, aun cuando lo habíamos abandonado. Sentir que Él nos da nuevas oportunidades y nos sigue cuidando. Descubrir que este Dios que nos ama nos ayuda constantemente para cambiar y para que ayudemos a otros es realmente un signo de esperanza que anima y plenifica y que mejora la sociedad.
3. Carlos y Gabriel vivieron en lo cotidiano, en lo simple y sencillo de cada día, en el servicio a los demás esa Palabra que escucharon. Pero también lo hicieron con voz profética cuando había que denunciar atropellos y amenazas que no respetaban la dignidad de las personas. Hoy cada día nos ofrece la oportunidad de vivir la Palabra que rezamos, como nos enseña Abraham en la primer lectura, recibiendo a los demás con dedicación y esmero, estén en la situación que estén. Porque cada vida tiene dignidad que nada ni nadie le pude quitar. La acogida cordial del prójimo es una gran expresión de una vida evangélica tan necesaria en estos tiempos marcados muchas veces por la indiferencia, el individualismo y la comodidad. Hoy también somos testigos de muchas situaciones injustas que necesitan de una intervención de todos para lograr cambios imprescindibles cuando personas se sienten solas y no tienen la compañía de la Iglesia, cuando los salarios no alcanzan o falta el trabajo y el pan. O cuando el vacío del corazón hace que hermanos nuestros perviertan a otros ofreciendo alguna droga que dañan y matan ante, muchas veces, la indiferencia social.
Hoy es tiempo para una escucha atenta y orante de la Palabra… y un tiempo propicio para dejarnos guiar por ella a un Compromiso más profundo.
4. Diego, hoy recibirás esta Palabra para que te sigas alimentando de ella cada día y, a la vez, para que seas su ministro, su servidor. Como María en el Evangelio estás llamado a elegir siempre ‘la mejor parte’ escuchando y sirviendo al Señor que te ama y constantemente te dirige su Palabra. Para que como Carlos y Gabriel des testimonio de ella en la vida cotidiana en cada cirscunstancia que te toque vivir.
Como bien lo decía mons. Angelelli en la misa de despedida de estos mártires: “llevamos este tesoro en vasijas de barro” por eso necesitamos que en el Señor siempre esté nuestra alegría y fortaleza.
Con toda la Iglesia diocesana damos gracias por tu vida, la vida de tu familia, y la de tantas personas que alimentaron tu fe y damos gracias por tu si al llamado del Señor a seguirlo en este ministerio. Que siempre te dejes conducir por Él y que encuentres, como la Virgen María, la felicidad en vivir cada día respondiendo generosamente al Señor teniendo presente sus esperanzadoras palabras:
“Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

Así sea