Homilía (18 de Agosto)

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Una de las cosas de la que debemos dar gracias a Dios es este encuentro dominical que hacemos cada semana, como diócesis y como Pueblo de Dios, en torno a esta mesa del altar de este Santuario de San Nicolás y Catedral Riojana. Aquí y desde aquí, oramos como pueblo; reflexionamos juntos la Palabra de Dios; iluminamos con Ella los principales acontecimientos de cada semana y celebramos la Eucaristía, como la Gran Acción de Gracias, que La Rioja tributa a Dios, Nuestro Padre, como pueblo.

Si destacamos este hecho del encuentro dominical a través de esta Misa Radial, lo hacemos para que cada vez cobremos mayor conciencia de este regalo de Dios, especialmente para quienes están alejados de los centros parroquiales, o por diversas razones no se sientan aún participar de la Eucaristía en el templo con la comunidad cristiana. Y no es la palabra de los hombres la que escuchamos y celebramos, sino la Palabra de Cristo que nos revela el Plan de Dios padre a nosotros los hombres. Esta Palabra de Dios, cada semana llega a nuestras vidas, penetrando en ella como una espada, como dice San Pablo para enfrentarnos con la voz de Dios y la realidad de nuestra conducta diaria. Sabemos bien con cuánta alegría es recibida esta Palabra de Cristo y con que recogimiento interior es participada desde los más lejanos lugares esta celebración de la Misa. Ustedes sienten, como sentimos nosotros, el bien que nos hace y cómo va orientando nuestra vida. El Evangelio que anunciamos cada domingo es la semilla que se siembra en el corazón de nuestro pueblo riojano por el ministerio pastoral, teniendo Dios, Nuestro Padre, la tarea misteriosa de hacerla germinar en cada hombre que la acoge religiosa y humildemente para que fructifique en buenas obras. Quizás pueda aparecer para algunos como inoportuna o inoperante, pero esto es no saber cómo Dios obra en cada hombre y cuál es la eficacia de esta Palabra por sí misma.

Si el Pueblo de La Rioja es capaz, en los momentos difíciles en que vivimos, de ser lúcido, sereno, humilde y digno para afrontar las soluciones a sus problemas, ello es debido a que permanentemente alimenta su vida con el Evangelio de Cristo y nutre su vida con la gracia de Cristo a través de los sacramentos.

Solo el pueblo riojano vive y manifiesta espíritu solidario, dignidad como pueblo, sencillez de corazón y esfuerzo constante por realizar su encuentro como pueblo, ello es debido, también, a su Fe cristiana que la lleva enraizada en su alma.

Por eso, esta misión irrenunciable y fundamental de la Iglesia de ser Evangelizadora y santificadora de los hombres no la puede renunciar jamás, porque para esto fue enviada por Cristo y porque en el Evangelio que anuncia logrará concretar, la fraternidad, la justicia, la paz. Esta paz tan difícil de lograrla y que seguirá siendo permanente tarea de todos hasta que ella florezca en cada corazón humano, en cada hogar desgarrado; en cada barrio dividido; en cada pueblo que no se ama y no camina junto a los otros y con los otros. Para todo esto hemos venido haciendo un permanente llamado en este Año Santo, aunque pueda, hasta fastidiar el tanto repetirlo.

En este contexto de Año Santo y como deber de la misión que el Obispo tiene con la diócesis, debo comunicarles que próximamente debo peregrinar a Roma para llevarle al Santo Padre Pablo VI la vida y la marcha de nuestra Iglesia Riojana; la “comunión” en la fe católica de nuestro pueblo, como Iglesia Particular al Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Cabeza del Colegio Episcopal, del cual este servidor, como Obispo de La Rioja forma parte del mismo. Además, con un sentido profundo y evangélico, venerar junto a la tumba de Pedro y Pablo la tradición apostólica de la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica.

Me tocará llevarle al Santo Padre las alegrías y los sufrimientos de esta Iglesia, que esforzándose por ser fiel al Evangelio de Cristo y a su Pueblo, tiene marcados, en su propia carne, los signos de la Cruz y de la Pascua del Señor.

En este encuentro con el Santo Padre estarán presentes en la persona de su obispo, los sacerdotes de la diócesis con su misión pastoral; las religiosas con su consagración al servicio de nuestro pueblo; el laicado y todo el pueblo riojano que ha nacido a la fe católica desde sus mismos orígenes, por la misión evangelizadora de los primeros misioneros.

En esa tumba de Pedro y Pablo, el CREDO del Obispo será el Credo del pueblo riojano.

Otro asunto quiero reflexionar con ustedes. Me refiero a la COLECTA NACIONAL MAS POR MENOS. Puede aparecer como fuera de lugar y hasta odioso su enunciado. Pero si sólo y principalmente se redujera a recolectar dinero sería el primero en silenciarla. No es ésta la finalidad principal. Están en juego los POBRES Y NECESITADOS de nuestra Patria. En Argentina, a pesar de los esfuerzos que se vienen dando para salir al encuentro a tantos problemas sociales y morales de muchos hermanos nuestros, aún hay mucho por hacer. Y si en el orden oficial se arbitran medios y se prodigan esfuerzos para solucionarlos, no es sólo tarea oficial sino exigencia de todos nosotros. Porque aún siguen existiendo niños que padecen de raquitismo por falta de alimentación adecuada; existen hermanos nuestros argentinos que no tienen techo adecuado, trabajo, y medios para curar sus enfermedades. El señalarlos, no es una actitud negativa sino un llamado de alerta para que todos volquemos nuestros esfuerzos, nuestras posibilidades económicas y fundamentalmente nuestro amor operante para que salgamos urgentemente a buscar las soluciones que a grito reclaman.

Es una exigencia como conciudadanos y como cristianos que abramos el corazón y concretemos los medios materiales que hacen falta para que las generaciones futuras no nos señalen con el dedo como insensibles, egoístas e infieles a las exigencias del Evangelio de Cristo que confesamos creer y hacerlo vida. Nuestra Provincia de La Rioja, que está puesta entre las provincias pobres tiene, aún, hermanos que reclaman con urgencia que nos acerquemos a ellos como se acercó el samaritano al herido en el camino. Sabemos que muchas soluciones que podamos dar son incompletas. Son soluciones inadecuadas. Pero mientras debemos seguir buscando las soluciones de fondo, concretemos aquellas que son respuestas a problemas inmediatos de supervivencia y de respeto a la dignidad de personas y de hijos de Dios. Esa Palabra de Dios de la que hablamos al comienzo, nos urge a que la pongamos en práctica, todos, desde quien les habla hasta el último hermano nuestro riojano. Con todo, aunque seamos pobres, dividamos lo poco que tenemos para que otros que no tienen nada puedan sentirse un poco más felices porque desde esta tierra riojana les llega, con cariño y con generosidad, una ayuda como el óbolo de la viuda de que nos habla el Evangelio.

Este año, esta Colecta – MÁS POR MENOS – se llevará a cabo el primer domingo de setiembre en toda la diócesis. Los párrocos y quienes presiden comunidades la organizarán haciendo conocer bien el sentido y la finalidad de la misma. Ese mismo domingo se hará en todo el país. Con todo, si por razones especiales no se puede hacer ese domingo, podrán disponer de todo el mes de setiembre para realizarla. Deberá ser enviada al Obispado para que desde aquí la remitamos a la comisión central. La Rioja, con la colecta del año pasado se benefició con el monto de nueve millones que fueron invertidos en solucionar distintos problemas de hermanos necesitados. Cáritas, Dios mediante, por las gestiones que realizó este obispado, podrá dentro de poco distribuir más de quince mil kilos de víveres y ropa a las parroquias de la diócesis. Hermanos, tienen ustedes la respuesta.

Finalmente: no lo podemos silenciar, nuevamente ha vuelto a correr sangre en nuestra patria. Aún no logramos construir la fraternidad entre argentinos. Aún no logramos que la verdadera justicia se corone con la paz. En estos momentos en que vivimos, necesitamos serenidad de espíritu; lucidez para discernir, con criterios extraídos del evangelio, las causas profundas que nos hace vivir desencontrados a los argentinos. Ni con valores ajenos al alma de nuestro pueblo se construirá una paz sólida y verdadera, ni con injusticias irritantes se logrará la felicidad de nuestro pueblo. Hoy, también, la Iglesia tiene que cumplir su misión irrenunciable para que los caminos que se elijan para construir la paz sean los que nos señala Cristo en su Evangelio y no otros que la cimentaría sobre arena.

Sabedores de la eficacia de la oración, oremos por la Patria. A la vez no escatimemos esfuerzos para que la paz sea siempre fruto de la justicia vivida y practicada con amor, no con odio ni con la violencia ejercida de distintas maneras. San Nicolás proteja siempre a su pueblo riojano.