Homilía (13 de Enero)

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Hoy la liturgia centra su atención en la escena del BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN, no lo necesitaba para renacer al “hombre nuevo” según Dios.
Él es el HOMBRE NUEVO porque es la VIDA -es DIOS- es la SABIDURIA del Padre de los cielos -es el Verbo Eterno de Dios. Pero es también Hombre Verdadero -como nosotros porque asumió nuestra naturaleza humana. Tomó TODO lo nuestro menos el pecado, pero asumió en su propia carne las consecuencias del pecado de los hombres. En la muchedumbre del Jordán es un hombre más, perdido entre los demás hombres. Fue Juan, el Bautista, quien anuncia que OTRO vendrá a bautizar en la Sangre y en el fuego -es decir el bautismo cristiano que es muerte y resurrección- porque este bautismo saca su fuerza en la CRUZ y en la PASCUA de CRISTO.

Dijimos que Dios Padre hace su Epifanía de muchas maneras -es decir, se manifiesta de distintas maneras-. Pero en CRISTO se “revela” QUIEN es. Por eso lo vimos manifestarse en la Navidad en la “epifanía” de un NIÑO, nacido como todo hombre y en el contexto de un Pesebre, anunciado a unos pastores y glorificado por los ángeles que anuncian al Salvador del mundo. Luego lo vemos “manifestarse” en unos Reyes del Oriente – significando que se manifiesta a todo el mundo y a todas las razas… y vinieron y le adoraron… ofreciéndole: oro, incienso y mirra. Confesaban los Reyes Magos la Encarnación del Hijo de Dios, confesando que era verdadero hombre y verdadero Dios.
Ahora se manifiesta en el Río Jordán: la presentación la hace el mismo Padre Dios y lo anuncia el precursor del Salvador del mundo, Juan el Bautista… y se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: TU ERES MI HIJO, EL AMADO, EL PREDILECTO…” (Lc. 3, 21-22). Confesamos, aquí, nuestra fe en el misterio de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo y a la vez confesamos nuestra fe en el Hijo de Dios como verdadero Dios y como verdadero Hombre. En este Cristo Jesús tendrá pleno sentido la vida de los hombres y la historia de los hombres. Toda la creación volverá a encontrar su armonía en este JESÚS confesado por Dios Padre como el Hijo Amado
y el Predilecto.

Hacemos esta catequesis de estas fundamentales verdades de nuestra Fe, porque nos ayudarán a conocer mejor quienes somos nosotros, como cristianos – hoy – y cuáles son nuestras responsabilidades asumidas en nuestro bautismo. Es aquí donde debemos volver a mirar, para entender todo lo grande y profundo que hicimos el día de nuestras fiestas de San Nicolás, especialmente cuando realizamos, una vez más, el ENCUENTRO o Tinkunaco. Así comenzamos el año “74” haciendo la misma manifestación del Jordán: la hicimos a ese Cristo Alcalde, a Quien le confesamos que es el Hijo de Dios, el Amado y el Predilecto; el Autor de la Paz y en quien nos debemos “encontrar” todos los hombres. En este CRISTO ALCALDE nos encontraremos como pueblo. En este Cristo sacaremos las fuerzas y la Luz para llevar adelante la gran tarea de ir concretando realizaciones de paz y felicidad para todos.

Fundamentado en lo que acabamos de decir, quiero detenerme más en aquello que dijimos el primero de enero al final de las Fiestas Patronales; me refiero a las metas del año “74”.
1. LA PAZ TAMBIÉN DEPENDE DE TI. Este es el lema del Santo Padre Pablo VI para todo el mundo. Nosotros lo hicimos programa para este año “74”; más que como programa debe constituirse como el alma de todas nuestras reflexiones y trabajos. Construir una Rioja en Paz y Feliz para todos depende de cómo construimos la paz en cada uno de nosotros, en cada hogar, en cada barrio, en cada ciudad o pueblo. El Encuentro será vivido en el año “74” si a este lema lo hacemos carne en toda nuestra vida individual y comunitaria. Este lema va desde la intimidad de nuestras conciencias hasta las relaciones a diversos órdenes entre nosotros, como pueblo. “Esa paz, seguimos diciéndolo, será verdadera si se fundamenta en la Verdad, en la Justicia y en el Amor fuerte y viril.”
2. AÑO SANTO DIOCESANO. Los objetivos del año santo siguen siendo tarea para este año “74” en toda la diócesis. No habrá paz si no hay reconciliación verdadera con Dios y entre nosotros. Lo seguiremos diciendo hasta el cansancio. Y no habrá reconciliación con Dios si no es verdadero el amor entre nosotros – y este amor debe traducirse en obras, estas obras deben estar fundadas en lo que es “justo”, en lo que es “verdadero” y en lo que es relación fraternal:
-es un año de mayor oración personal y comunitaria,
-es un año de mayor reflexión del Evangelio confrontando nuestra vida con él,
-es un año que debe llevar a una mayor conversión y a una mayor purificación personal en el Sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía,
-es un año que debe quedar como SIGNO para las generaciones futuras en la concreción de UNA OBRA de BIEN PÚBLICO de la naturaleza que sea, como fruto del esfuerzo común y como signo de esa reconciliación que se busca en este año santo. La presento para todas y cada una de las comunidades parroquiales. Verán las comunidades cómo llevarla a cabo. También nos ayudará esto a ser creativos.
3. Siendo el AÑO del Congreso Eucarístico Nacional, debemos fijarlo también como meta; es decir, saber descubrir todo lo que exige de cada uno de nosotros y de cada comunidad, la EUCARISTÍA. Hay mucho que revisar, reflexionar y concretar en la vida diaria. No son dos cosas sino una sola; es decir, un año será santo si es plenamente, también eucarístico. No sólo miremos a La Rioja, sino miremos a la Patria que está buscando los caminos para concretar una verdadera reconstrucción. Vivir un año santo eucarístico es ir haciendo cada vez más realidad todos los valores de nuestro pueblo argentino.
Ayudémonos para que no queden escindidos sino que se conviertan en realizaciones que nos hagan felices a todos. En la Eucaristía descubriremos mejor qué significa ser constructor de PAZ y EDUCADOR de PAZ. En este sentido he nombrado un responsable diocesano para este año del Congreso Eucarístico.
4. LA EVANGELIZACION. Esta ha sido otra de las metas que pusimos. Cada Comunidad Parroquial como cada uno de nosotros debemos ser reevangelizados. Es decir: volver a esa PALABRA VIVA DE DIOS y hacerla carne de nuestra vida. Iluminar desde Ella todo lo que vivimos cada día; todo lo que nos provoca dolor o alegría. También, como pueblo riojano debemos volver a reflexionar o iluminar toda nuestra actual situación socio-cultural, si somos fieles a lo que quiere Dios de nosotros y se nos exige en esta hora en que vivimos. Lo que será tema de reflexión en toda la Iglesia universal, también lo hacemos meta para este año en toda nuestra diócesis. Este tema toca toda la vida de la Iglesia diocesana. Nos ayudará a seguir haciendo eso que hicimos en las Jornadas de Evaluación Pastoral; nos ayudará a concretar realizaciones para este año “74”. Este objetivo nos toca muy de cerca a nosotros sacerdotes, a las religiosas y al laicado. Es tarea para la catequesis, para la preparación sacramental, para las celebraciones litúrgicas, para las celebraciones patronales, para la reflexión del cristiano en el compromiso que tiene de ayudar a construir una sociedad según Dios. Es tarea para una reflexión profunda a diversos niveles y hacer de nuestra Fe personal y comunitaria signo de madurez cristiana y compromiso con la historia que todos vamos haciendo.

Para esto se tendrá como meta:

  1. un conocimiento mejor de las Sagradas LA BIBLIA. Debe ser el libro que alimente permanentemente a todo cristiano en la vida.
  2. Para nosotros sacerdotes, procurar que los sacramentos estén precedidos de una adecuada catequesis y que cada Eucaristía que celebremos con el pueblo sea cada vez mayor el “ENCUENTRO” de una comunidad, tratando de ir corriendo el sentido individualista de la eucaristía que se suele tener.
  3. En este clima y con esta tarea se irán formando un verdadero laicado capaz de asumir cristianamente todos sus deberes de ciudadano en las responsabilidades y campos que le toque actuar.
  4. Que este año santo pueda ayudar a muchos cristianos a asumir el Concilio; en su letra y en su espíritu, con todas las consecuencias que implica y con verdadero gozo, no con temor.
  5. Que las peregrinaciones que se vayan haciendo en el año santo se las pre- pare con este sentido y contenido que acabamos de señalar.
  6. Por ser sede, esta Catedral, de peregrinaciones, se pondrá especial atención pastoral para que cada una de ellas encuentren en su peregrinación a la Catedral esta respuesta evangélica que señalamos.

Además que deberá este Santuario concretar una Obra que sea signo de este año santo. Para esta finalidad le encargamos al Equipo responsable que la proyecte y la lleve a la práctica.

Hermanos, a este Cristo, a Quien el Padre le dice que es su Hijo Amado y su Predilecto; en el Monte Tabor dirá también: ESCÚCHENLO, es para todos nosotros este mandato.