Homilía (09 de Marzo)

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“Hoy, si analizamos y reflexionamos nuestras situaciones y experien- cias personales y sociales en la vida de cada día, encontraremos que siempre hay una lucha entre la ‘luz’ y las ‘tinieblas’. Podríamos resumirlas también así: Hay hombres ‘ciegos’ que no pueden ver; hay hombres ‘cegados’, que no quieren ver las cosas como son, sino como ellos las ven, y hay ‘hombres cegadores’, que quieren que los demás no vean la realidad como es, sino como ellos quieren que sea”, afirmó ayer el obispo diocesano de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, en el trans- curso de la homilía de la misa radial que, como viene sucediendo, estuvo dedicada a reflexionar sobre la Cuaresma.

El obispo se refirió a dos textos bíblicos y puntualizó, que según enseña el Evangelio, luz es “verdad, conciencia recta y verdadera, libertad, esperanza, fraternidad, paz, justicia, amor, vida”. Mientras que “tiniebla” es “mentira, engaño, fraude, maldad, egoísmo, odio, soberbia, explotación en todas sus formas y modos, alienación, envidia, lujuria, muerte. Cristo es la luz. El mismo Jesús llama al demonio padre de la mentira.”

Más adelante, monseñor Angelelli indicó que “mientras un pueblo, el que sea, anda tanteando y buscando la luz y el verdadero camino, sentimos todos el sufrimiento de esta continua lucha entre la luz y las tinieblas. Es suficiente para probar esto, con detenernos un poco a reflexionar lo que pasa cada día a nuestro alrededor, en lo personal a cada uno de nosotros y en la vida de nuestro pueblo”.

Se refirió luego a la muerte de un viejo amigo suyo, que falleció el primer sábado de marzo. Persona de 80 años, padre de una numerosa familia, no dejó de ser cristiano en los momentos más difíciles. Internado hace un tiempo por su dolorosa enfermedad en un sanatorio, reflexionaba para un hijo suyo: ‘hijo cuánta pobre gente sufre en el mundo sin tener quién los cuide y se acuerden de ellos. Gracias a Dios, no estoy sólo, los tengo a Uds. que me cuidan. Sufro, pero tengo la esperanza que dentro de poco llega la resurrección.’ Y mientras el cáncer consumía su cuerpo frágil, como un patriarca les dio los últimos consejos a todos sus hijos que rodeaban la cama, a sus nietos y bisnietos que también mandó llamar. Luego, iluminado su rostro por una alegría interior, recibió de un sacerdote el sacramento de la reconciliación, la comunión eucarística y fueron ungidos todos sus sentidos con el óleo de los enfermos. Y mientras se iba apagando, con lucidez les dejó este último testamento: les habló de Cristo en su vida y con voz apagada cantó a la Virgen María; no lo alcanzó a terminar: quedó, mientras cantaba, dormido, con la serenidad de los justos.”

Monseñor Angelelli añadió luego: “Este es un testimonio que nos ayuda a saber descubrir el don de Dios. Porque este viejo amigo creyó de veras en la luz, que es Cristo; porque fue capaz de dejarles a sus hijos y a nosotros un testimonio de vida así. Me dan ganas de decirle fuerte: gracias, viejo amigo, por su vida y por su muerte. Cuántos en nuestro pueblo viven y mueren en el silencio, sin mucho ruido y sin mucha pompa fúnebre, como este viejo amigo mío, que supo enseñarles a sus hijos que esa luz era la Luz de Cristo. Que supo meter la luz de su fe bautismal en el corazón de su hogar. Aprendió a vivir, a luchar y a ver lo difícil que fue su vida, con la mirada que le dio Cristo. Fue un viejo que les dejó a sus hijos la verdadera sabiduría de la vida, hecha testimonio; ni lo quebraron los sufrimientos ni lo ensoberbecieron los triunfos. Fue un hombre comprometido y fiel.

Subrayó luego que “hechos así nos enseñan cuál es el camino para reconciliarnos y renovarnos para no perder nunca esa especie de primavera del espíritu. Nos toca vivir con ‘lucidez’ en medio de las tinieblas; es decir, la lucidez es la fe; Cristo es Luz y Vida en Jesús, es ver todas las cosas y la propia vida con su mirada; es hablar a los hombres con su Verdad; es amarnos fraternalmente con su amor; creer y (querer) es también, no dejar oculto el mal que deshumaniza a los hombres, de la condición social que sean; ese mal que toma distintos nombres, formas y estructuras. Creer es sacar a luz ese mal y denunciarlo. Nada de todo esto es fácil. Cuesta mucho. A veces, cobra el precio de la sangre y la propia vida. Pero con todo no somos vaticinadores de calamidades. Sí, queremos ser muy realistas, aunque sea muy dura la realidad. Queremos ser generadores de esperanza, hombres que creemos en la fuerza de la ‘luz’ que Dios encendió en nuestro corazón. Ser hombres de ‘luz’ es no evadirnos de nuestra realidad, es construir nuestra historia con los demás, en los momentos difíciles como en los fáciles. Todos estamos llamados a seguir construyendo, como ‘hijos de la luz’ nuestra provincia de La Rioja y nuestra patria. Todos también estamos llamados a reflexionar si la construimos en la vida de cada día, como hijos de la luz. Existen hechos que lamentablemente son hijos de las ‘tinieblas’ y no de la ‘luz’. Basta leer las páginas de la prensa para comprobar que no todo lo que se hace en nombre de la ‘luz’ es luz; ciertamente que cuando estos hechos prostituyen y envilecen a los hombres es ‘tiniebla’ y mentira. Por eso es tiempo propicio este tiempo de cuaresma para preparar una pascua verdadera en nuestro pueblo argentino. Depende de nosotros que sepamos escuchar la voz de nuestras conciencias para no caer en ‘ser ciegos’, ni ‘cegados’, ni ‘cegadores’.”