Homilía (05 de Mayo)

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SALUDOS: Hermanos y Amigos Radioyentes de L.V. 14 de La Rioja.

Reciban ustedes los buenos días al dar comienzo a esta Misa Radial. En este domingo dedicado al BUEN PASTOR, de una manera especial saludo a todos mis hermanos sacerdotes, pastores del pueblo de Dios y que presiden comunidades cristianas. Un saludo agradecido, también en este Día dedicado mundialmente a las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas. A la Obra de las Vocaciones de la Diócesis, destacando la benemérita obra que vienen realizando la Señora Azucena de Pelliza y las personas que con ella trabajan en toda la diócesis. Saludo a la Hermana Genoveva que hoy Renueva sus Votos Religiosos, saludo a los tres jóvenes: G. Mecca, Augusto Pereira y Eduardo Máximo Fischer que esta tarde recibieron el Orden del Diaconado. Saludo a la Parroquia del Tiro en su Fiesta. Al Pueblo de Santa Cruz en su día y al pueblo de Santa Cruz en Famatina. Saludamos a nuestros hermanos catamarqueños en la Fiesta de la Virgen del Valle: nos unimos con la oración, con el afecto y en la alegría de este día. Saludamos al Hospital Plaza en sus 50 años de vida. Saludamos como siempre, a ustedes hermanos enfermos, ancianos y presos. Saludamos a la Vicaría 4 de junio que acaba de celebrar sus fiestas patronales de San José. A Villa Unión por la Fiesta de la Peña.

LA MISA:

Se comienza con un canto. Señor ten piedad de nosotros. Gloria y oración.

Una lectura sola; la hace Ortiz: HECHOS… Evangelio. CREDO…

REFLEXIONES ACERCA DE UNA DECISIÓN PASTORAL EN EL AÑO SANTO

Estamos viviendo un tiempo privilegiado para los cristianos y para todos los hombres de “corazón recto”. Este tiempo se llama: AÑO SANTO; para comprenderlo mejor tenemos que recurrir a la Biblia donde se habla de los “Jubileos” y a la historia de la Iglesia que los viene celebrando desde el 1300. A nosotros nos toca ahora vivir el Jubileo de 1974-1975.

El objetivo grande de este Año Santo es: “RECONCILIAR Y RENOVAR”. Apunta a lo más profundo del corazón humano: toca a “todo el hombre y a todos los hombres”. Esta “reconciliación” dice relación con Dios; nuestro padre y con nuestros hermanos. Quizás tanto repetir estas palabras, pueda hacer perder toda la riqueza que encierran.

“Este es el anuncio que les traigo: el Reino de Dios está cerca; CONVIÉRTANSE, PERDÓNENSE, PÓNGANSE EN PAZ e intenten comprender que ésta es la hora del “paso” de Dios”, decía el Santo Padre Pablo VI el 24 de octubre de 1973.

Y a medida que vamos viviendo este “Año Santo”, vamos también descubriendo todo lo que exige Dios en este “su paso” entre nosotros. Para percibir bien “su paso” nos es necesario estar “pacificados” interiormente; sólo así nos convertiremos en buenos y evangélicos constructores de “paz“ y de “reconciliación”. Todo esto es exigente, hondo y con dimensiones individuales y comunitarias.

Y habíamos acabado de vivir una Cuaresma preparatoria para celebrar la Pascua. Luego, con “todo eso” que significa la Pascua, nos fuimos al “silencio y al retiro”. Éramos los sacerdotes de La Rioja. Éramos EL PRESBITERIO RIOJANO. Fuimos con alma de peregrinos de “Año Santo”; dedicamos una semana a la oración y a la reflexión; fuimos a desentrañar toda la hondura que tiene esa “reconciliación y esa renovación”, guiados por la meditación del PADRE NUESTRO.

Luego peregrinamos al Santuario de la Virgen del Valle. Allí sentimos necesidad de hacer nuestra oración de gratitud; decir: “gracias”. Concelebrar la Eucaristía en su altar y dejar junto a ella nuestra oración sacerdotal y de pasto- res por nuestro Pueblo Riojano. Mientras tanto, habían quedado en La Rioja nuestras hermanas las religiosas y ustedes hermanos de las Comunidades Cristianas, en largas vigilias de oración. Creemos que esto es fundamental para la vida de todos los días y para preparar “DECISIONES IMPORTANTES” que dicen relación a toda nuestra Iglesia Local Riojana.

Una vez más vemos cómo se nos exige una doble FIDELIDAD: a Dios y a nuestro pueblo, que no se contraponen sino que guardan estrecha comunión. Aquí es donde radica nuestra “OPCIÓN DIOCESANA PASTORAL”, que una vez más ratificamos. Siempre se nos seguirá exigiendo en la vida la actitud evangélica de conjugar la CRUZ con la RESURRECCIÓN, o mejor: toda Cruz camina a la Resurrección. Para que ésta sea verdadera, supondrá siempre aquella. Esto también, de tanto repetirlo se nos va haciendo carne de nuestra carne. El Apóstol Pablo nos dirá: “…me complazco en mi debilidad, en los oprobios, en las persecuciones, soportadas por amor de Cristo; porque soy débil, entonces soy fuerte…” (2 Cor. 12, 10). No comprender esto es no comprender, tampoco, el proceso liberador de un pueblo.

UNA DECISIÓN DE AÑO SANTO

Les decía que fue necesario “retirarnos” en búsqueda de “silencio” y de mayor oración, para percibir mejor el “paso” de Dios, en este Año Santo, por La Rioja. Así, nuestras decisiones estarían cimentadas en lo “sólido”, a pesar de nuestras “debilidades” y limitaciones humanas.

Con la “fuerza y el espíritu” de este Año santo, no escatimaré esfuerzos posibles para que este “paso de Dios”, sea aprovechado por TODOS sin exceptuar a nadie. Porque esta Iglesia Diocesana, más que nunca desea, en cuanto de ella dependa, “remover” los obstáculos que impidan la felicidad de su pueblo.

Por eso, entre otras resoluciones tomadas en estos Ejercicios Espirituales, he tomado la siguiente: LEVANTAR LA PENA ECLESIÁSTICA DEL “ENTREDICHO PERSONAL” a los trece hermanos señalados en el Decreto del veintiuno de junio de mil novecientos setenta y tres.

Si fue dolorosa la medida que, entonces, debí tomar, hoy es causa de alegría la resolución que tomo, en el nombre del Señor, de levantar el “ENTREDICHO PERSONAL” a estos hermanos señalados. Ambas resoluciones fueron dictadas “por amor” a sus personas y a un pueblo a quien me debo como Obispo, puesto por el Señor para servirlo en la Verdad y en el Amor. Puede darse fácilmente otra interpretación. Pero esta es la verdad.

Además, la malicia y la debilidad humanas tienen otros “intereses” y otras leyes, que nunca podrán armonizarse con el verdadero “amor fraterno”. Esta resolución que tomamos, ha sido madurada en la presencia de Dios y con la oración y la reflexión de un examen delicado, profundo y cristiano de la Comunidad Diocesana, especialmente, sacerdotes, religiosas y cristianos de diversa condición social.

Es una resolución que tiene un proceso doloroso y riquísimo en lecciones para la vida individual y comunitaria. Con esta resolución no se puede decir que ya se celebra la Pascua. Sigue siendo inacabada esta Pascua. Por eso, estamos seguros que Dios seguirá moviendo los corazones, aún los más endurecidos, hasta hacerles sentir la necesidad y el hambre de “paz” y de “reconciliación”.

Además, es bueno decirlo, que esta resolución estará destinada a todo tipo de comentarios y opiniones, las más contradictorias. Quizás llegue a ser ridiculizada. Correrá el riesgo de especulaciones políticas y pondrá en juego “intereses” los más diversos. Quizás algunos se desorienten; otros la verán como signo de “debilidad”; para unos significará “claudicar” y para otros un gesto de amor fraterno, aún para aquellos hermanos que no corresponden con la misma moneda.

Si señalo todo esto es porque han sido, también, examinadas sus consecuencias. Aún más, les diría que si buscamos fundamentar esta resolución con razones puramente humanas, la respuesta sería el “desconcierto” en cambio si la fundamentamos con razones que sólo tienen como fuente el Evangelio y el desarrollo profundo del proceso de nuestro pueblo, la respuesta es simple: seguir brindando “gestos” que ayuden a cambiar la vida de las personas para el bien y no para el mal. Sencillamente por el “amor” que se desprende de la LOCURA DE LA CRUZ.

¿CUAL ES EL FUNDAMENTO DE ESTA RESOLUCIÓN?

A todo lo dicho, respondo así: SOLAMENTE POR EL AÑO SANTO que es un año de “gracia”. Es un gesto cristiano que quiere hacer participar de esta “gracia” a aquellos hermanos cristianos que en estricta “justicia” no se hacen acreedores.

¿Y qué alcance tiene? nos seguimos preguntando. El siguiente: con esta resolución se levanta LA PENA ECLESIÁSTICA del “entredicho personal” por el cual están impedidos de recibir los Sacramentos de la Iglesia y de tener una plena comunión con sus hermanos en la Comunidad Eclesial. Pero lo que no podemos levantar con esta resolución es LA CULPA PERSONAL que grava sus conciencias. Esta exige, como a toda persona que comete “pecado grave”, que antes de poder recibir la “Absolución Sacramental” en el Sacramento de la Reconciliación, se arrepientan y conviertan sus corazones al Señor, su Dios y Padre y reparen el daño inferido a sus hermanos.

Es decir: debe mediar una adecuada “reconciliación” con Dios y con sus hermanos a quienes se les hizo daño. El Decreto por el cual se les imponía el “entredicho personal” tiene clara orientación al respecto. Es una ayuda y no un obstáculo.

Les decía que con alegría levanto este “entredicho personal”. Dejo al juicio de Dios todo lo que está referido a la CULPA. Al mismo tiempo le pido a Dios por intersección de San Nicolás que mueva los corazones de estos hermanos nuestros para que rehagan el camino del “Hijo Pródigo”, asegurándoles que los espera el abrazo misericordioso de Nuestro Padre Dios. Toda la Comunidad Diocesana espera este gesto para poder estrecharlos gozosa y fraternalmente en un encuentro eucarístico. Mientras tanto seguiremos orando por ellos.

A TODA LA COMUNIDAD DIOCESANA

Al tomar esta resolución para con estos hermanos que pesa sobre ellos el “entredicho personal”, no quiero solamente referirme a ellos solos. Me dirijo también a toda la Comunidad Diocesana. Porque, Dios no lo quiera que así sea, pueden existir otros hermanos que sin tener una “pena eclesiástica”, sin embargo a los ojos de Dios pueden estar gravando sus conciencias con culpas que reclaman una urgente conversión y una profunda reconciliación.

Este Año Santo es para todos. No dejemos “pasar” al Señor de largo por nuestras vidas. Debo hacer en nombre de Cristo este llamado a toda la comunidad: ¡Hermanos! los invito a reencontrar la paz de la reconciliación y la esperanza cristiana.

Los invito a que descubran el gesto acogedor de esta Madre la Iglesia que los engendró a la Vida de la Pascua. Somos todos llamados a rehacer el camino del Hijo pródigo. Unos en una medida y otros en otra. Cubrir el orgullo con el manto de la Fe es ya caminar por los caminos que llevan al “pecado contra el Espíritu Santo”. Le pido que sus Dones se derramen abundantemente en el “corazón” de nuestra comunidad diocesana.

A LOS PUEBLOS DE “LA COSTA”

También para ustedes, pueblos de la Costa, les quiero hacer llegar esta palabra. Con ustedes sufrimos y con ustedes esperamos. No pretendo exigirles que presten crédito a la nobleza de estos sentimientos cristianos que para con ustedes abrigo. Sé perfectamente cómo se ha ido y se sigue sembrando en ustedes “semillas de destrucción”. Desde ya le pido a Dios, nuestro Padre, que no tenga en cuenta este pecado. Pero debo decirlo, es grave el pecado que se está cometiendo contra el pueblo de la Costa. El Señor tenga misericordia de sus responsables. Por eso queremos tenderles una mano amiga y fraternal para que no sigan pecando contra la luz.

Un día, lo creo muy cercano, verán brillar la luz verdadera en este doloroso camino de cruz. Aunque ahora, muchos no lo comprendan bien, verán que los llamados SUCESOS DE LA COSTA han sido el comienzo y el despertar de una vida nueva para todo el Departamento. Más allá de los agravios, los insultos y las anécdotas, ya ha comenzado una Pascua que lleva el vigor y la fuerza de Dios.

Dios construye “maravillas” con la debilidad y con lo que los hombres en nuestra arrogancia y en nuestro orgullo despreciamos y humillamos. DIOS ES CELOSO DE SU PUEBLO. Lo que se construye sobre arena, no tiene mucha vida. Aprendan siempre a descubrir el rostro vivo de Dios, especialmente en cada rostro sufriente de muchos hermanos costeños como lo decimos también de muchos hermanos riojanos.

También a ustedes los invito en nombre de Cristo a descubrir este “paso” reconciliador de Dios en este Año Santo. Únanse a toda la Comunidad Diocesana para que reparemos las graves ofensas que se han hecho a Nuestro Padre Dios cuando hemos agraviado a nuestros hermanos más débiles e indefensos material y moralmente. Cuando hemos herido a nuestra Madre la Iglesia.

DOS REGALOS han tenido de Dios durante estos “sucesos costeños”; a saber: el DOLOR y la VISITA a la Costa del Representante Personal de Pablo VI, Mons. Vicente Zazpe. Mediten serenamente lo que Dios les quiere decir con esto en este Año Santo. Comprendo la desorientación que tienen. Aún prefiero seguir guardando un religioso silencio antes de hacer público un detallado y evangélico análisis de los “sucesos de la Costa”. Un día ustedes mismos me dirán en toda su proyección, todos estos hechos.

Quiero decirles públicamente que en lo que toca a mi persona, todo lo que pudo haber de agravio e injuria, les doy esta respuesta: EL PERDÓN y el seguir- les brindando un especial cariño. Dios es testigo de estos sentimientos. En lo que toca a mi condición de Obispo de ustedes, puesto que son cristianos, hijos de esta Iglesia Diocesana, que es lo mismo decir ser hijos de la Iglesia de Cristo, les seguiré ayudando a que maduren la Fe, la Esperanza y el Amor, para que todos se sientan hijos de un mismo Padre Dios.

En cuanto a LOS TEMPLOS de La Costa, a pesar de las tergiversaciones hechas, NUNCA ESTUVIERON CERRADOS NI CASTIGADOS por “entredicho personal – local”. El Decreto es lo suficientemente claro: “Los templos permanecerán abiertos para que el pueblo haga oración, pida perdón a Dios, y ruegue de una manera particular por la conversión de sus hermanos cristianos que tan gravemente han ofendido al Señor en las personas de los más débiles. y desvalidos.” (21 de junio de 1973).

Además, el 13 de junio del año pasado se dijo públicamente al exigírsenos la inmediata salida de Anillaco, que “NO DEBÍAMOS RETORNAR MAS ni el Obispo, ni los Sacerdotes, ni las Religiosas”. Hemos respetado esta “decisión” porque “un grupo” manifestó que era el deseo del pueblo costeño. Más aún, desoyendo indicaciones de orden superior, hemos tenido especial consideración durante este tiempo, con la persona del Padre Virgilio Ferreira, anciano Párroco del lugar.

Por tanto, si estando los templos de La Costa en la situación en que están, conforme lo hemos indicado más arriba, el hecho de la no administración de los Sacramentos y de la celebración de los Divinos Oficios en los distintos pueblos en forma adecuada, sólo tiene una causa: aún no existe un formal pedido a la Diócesis del Ministerio Sacerdotal, ni se dan, aún, las garantías fundamentales del libre y canónico ejercicio de dicho ministerio.

Esperamos sin embargo que a los niveles que corresponda se garantice el derecho que ustedes tienen, si deciden solicitar la atención sacerdotal; y a la vez se garantice también el libre ejercicio de esta atención sacerdotal de quienes tenemos el deber de brindársela legítimamente y conforme lo ha dispuesto el Magisterio de la Iglesia.

Más aún, si demoramos la solución adecuada para la Costa, ello es debido a directivas de la Santa Sede, especialmente después de lo que debió vivir el Representante del Santo Padre, Mons. Zazpe en su visita al Departamento. También está dada esta demora, por la situación del Padre Virgilio Ferreira. El deberá ser hijo fiel y obediente a lo que la Iglesia, como Madre, le pide. De su respuesta depende la solución adecuada para la Costa, conforme a indicaciones de la Santa Sede. Espero que esa respuesta no deba ser exigida por indicación superior a la Diócesis de La Rioja.

Finalmente, deben saberlo, buscamos soluciones religiosas solamente y no aquellas soluciones que estén “comprometidas” con “otros intereses” que no son los que ayudan a hacer crecer cristianamente al pueblo de La Costa.

ATENTOS a estas REFLEXIONES que preceden; puesto en la presencia de Dios, nuestro Padre; invocando a María Madre de la Iglesia y pidiendo la intersección de San Nicolás, después de maduro examen y pedidas las luces al Espíritu Santo:

RESUELVO

1º. LEVANTAR el “ENTREDICHO PERSONAL” en que fueron incursos a tenor de los canones 2268 y 2269, parágrafo 2, con todas las consecuencias establecidas en el canon 2275 del C.I.C. a las siguientes personas: señores JUAN FANOR DEL MORAL, JUAN CARLOS CISTERNA, AMADO MENEN, CAR- LOS ORELLANA; FIORI CECCONE, MANUEL MENEN, CESAR MENEN, MANUEL YAÑEZ, ROBERTO PASTOR AVILA y SIMON NAVARRO; Profesores JOSE ALEJANDRO LUCERO y LUIS MARIA DE LA PUENTE y Doctor HUM- BERTO PAEZ.

2º. COMUNICAR a cada uno de nuestros hermanos, arriba mencionados, esta decisión pastoral.

3º. DAR CONOCIMIENTO de esta Resolución a toda la Diócesis y pedir a nuestros hermanos Sacerdotes que den lectura a este Documento a sus respectivas Comunidades que presiden, explicándoles el sentido de esta Resolución Pastoral.

4º. COMUNICAR a la Santa Sede y a la Nunciatura Apostólica de nuestro país, esta Resolución Pastoral.

5º. RESERVAR PERSONALMENTE el otorgamiento de las “facultades ministeriales” a todo sacerdote diocesano o religioso, para poder ejercerlas en toda la Jurisdicción de la Parroquia del Departamento de Castro Barros, señalando que esta determinación busca solamente el mejor aprovechamiento del Ministerio Sacerdotal en favor del pueblo costeño conforme hoy lo exige el Magisterio de la Iglesia.

6º. COMUNÍQUESE a quienes corresponda y dése al Archivo Diocesano. Dado en la ciudad de LA RIOJA, a cinco días del mes de mayo del Año Santo mil novecientos setenta y cuatro, FESTIVIDAD DEL BUEN PASTOR.

Por mandato del Señor Obispo.