El Tinkunaco, la gran Fiesta de La Rioja

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El 31 de diciembre las campanas de la Catedral tienen un tañido muy especial convocan al pueblo para un doble objetivo, por un lado hacer resurgir en el corazón de la ciudad un acontecimiento del jueves santo de 1593 durante un alzamiento de los diaguitas contra los españoles y, por el otro celebra la paz obtenida aquel día gracias a la intervención de San Francisco Solano. Algunos se dirigen a la catedral para acompañar la imagen de San Nicolás de Bari, el santo por excelencia en el sentimiento popular. Otros se dirigen a la iglesia San Francisco de Asís para acompañar la imagen del Niño Jesús vestido con atuendos propios de un alcalde español. Posteriormente, las dos columnas o procesiones se dirigen a la casa de gobierno para encontrarse. Este es el significado de la palabra Tinkunaco: Encuentro. Todos incluido el clero, las autoridades, san Nicolás de Bari, hacen 3 genuflexiones ante el Niño Alcalde y se confunden en un prolongado y multitudinario abrazo de paz. La ceremonia del Tinkunaco concluye cuando ambas imágenes ingresan a la catedral.
La actual provincia de La Rioja nació el 1 de marzo de 1820 al desmembrarse de Córdoba, su primer gobernador fue el General Francisco Ortiz de Ocampo quién se negó a fusilar a los responsables de la contrarrevolución que se había levantado en Córdoba al mando de Liniers. La Rioja es una de las pocas ciudades que conservan el mismo lugar de su emplazamiento fundacional. El 20 de mayo de 1591 su fundador, Don Juan Ramírez de Velasco, trazó la cuadrícula de la que llamó Ciudad de todos los Santos de la nueva Rioja para “cumplir con todos y haberlos tomado por intercesores y cumplir con mi patria”. Era oriundo de San Millán de la cogolla provincia de La Rioja, Castilla La Vieja. Ramírez de Velazco clavó el árbol de la Real justicia en lo que hoy se conoce como Plaza 25 de mayo sobre el costado este donde hoy está el Superior Tribunal de justicia y emplazó enfrente el Cabildo que se convirtió más tarde en casa de gobierno en 1937. En el sitio que ocupa la iglesia Catedral ordenó construir el templo principal bajo el patrocinio de San Pedro Mártir. Así, el escenario de la ceremonia del Tinkunaco es el mismo que el de la fundación de la ciudad.
Con el nombre diaguitas los españoles designaron a Los Serranos que encontraron en el actual noroeste argentino y también del lado chileno. Se calcula que habrían recorrido este territorio desde aproximadamente unos 10000 años antes de Cristo aprovechando los frutos que le ofrecían los árboles autóctonos y los animales. Poco a poco fueron perfeccionando el manejo de elementos y añadieron el cultivo de la Tierra los que los llevó a radicarse definitivamente. Según los datos de las crónicas españolas eran “gente gallarda y bien vestida así como son de mayor ánimo y valentía que los demás y con mayor entendimiento”. Por eso Ramírez de Velasco encontró buenas tierras e hizo que se regaran mediante acequias o canales construidas por el diaguita.
Aunque el idioma de los originarios se dejó de hablar hacia el 1800, quedaron entre nosotros algunos resabios, tal es el caso de Tinkunaco. Caballo tinkudo es el que por un defecto físico sus patas traseras se van encontrando pero golpeándose hasta el extremo de sangrar. Tinkar la bolita era un juego de la niñez que consiste en presionarla entre los dedos para que salga con fuerza y fuese a encontrarse con la de nuestro contrincante pero tratando de hacerle daño. Tinku en Bolivia es todavía una ceremonia en la que se encuentran los que habitan en la parte más elevada con los de la parte más baja para pelearse entre ellos. En todos los casos tinkunaco es encuentro pero con la connotación de golpe, sangre, presión y daño, pelea.
El evento histórico que originó el Tinkunaco riojano fue el alzamiento de los diaguitas en 1610 por el maestro Manuel Núñez. El jueves santo de 1593, a dos años de fundada la ciudad, se encontraba una multitud de gente con 45 caciques infieles con tropa y con jefe. Pedro Sotelo y Manuel Núñez con gran espanto no sabían qué hacer y dicho capitán ordenó que todos se armaran para lo que pudiera ocurrir. El padre Francisco Solano los arengó a todos y este testigo no sabe en qué legua porque todos, tantos españoles como indios, le entendían con grandes sentimientos y fervor y de inmediato los indios puestos de rodillas derramando lágrimas pedían a este padre el bautismo y entonces dicho padre los abrazaba besándolo en la señal de paz y pidió este testigo que hiciese la procesión Y como los indios vieran a los españoles azotándose, preguntaron al padre Solano qué señal o invención fuese aquello. Entonces el padre Solano con gran devoción y fervor les dijo que en una noche semejante de jueves Santo Nuestro Señor Dios fue flagelado por nuestros delitos y pecados. Terminada la predicación todos los indios con muchas lágrimas se desnudaron y muchos con cuerdas y con otras cosas que azotaban entonces el padre Solano los conducía y enseñaba y los retuvo a todos hasta que fueron bautizados cuyo número era de 9000 indios. No se menciona la causa qué motivo el alzamiento sin embargo la tradición oral dice que era el disgusto por los maltratos que recibían los diaguitas de parte de los españoles y el rechazo a la manera cómo eran gobernados y añade que se habían propuesto desviar el cauce del río para dejar sin agua a la ciudad y que apoyados por Fray Francisco Solano pusieron como condición de paz la destitución del alcalde y su reemplazo por el niño Dios. De allí el nombre Niño Alcalde.
El lugar de la parada militar habría sido en el que hoy se conoce con el nombre de las Padercitas deformación de la palabra pareditas. Allí los españoles habrían construido un fuerte cuyas ruinas están protegidas por un templete distante pocos kilómetros hacia el oeste de la ciudad. Lo aconsejaba la estrategia militar pues se encuentra precisamente en la puerta de la quebrada. Esto es entre el valle donde habían edificado la ciudad y el lugar donde habitaban Los Serranos o diaguitas. El artista plástico riojano Mario Asear construyó en 1993 un monumento que se aprecia en dicho lugar, tiene dos cuerpos separados uno mirando la ciudad y el otro mirando al cerro.
La ceremonia del Tinkunaco
Mediante una estructura teatral, en España habían comenzado a fijar en la mente del pueblo sencillo todo lo que habían significado los 800 años de dominación mora y su expulsión. Esta idea había sido trasladada América por los jesuitas. Y así las dos procesiones riojanas, una en torno a San Nicolás que representa a los españoles y la otra en torno al niño Jesús para representar a los diaguitas confluyen en el Tinkunaco.
Las 3 genuflexiones ante el niño alcalde re plantearían todos los años el tema de la autoridad. El abrazo de paz que le siguen como aquel que les diera San Francisco indicaría la expectativa que el pueblo ponía en este nuevo esquema de gobierno.
La presencia del niño Dios es fácil de entender los jesuitas lo tienen entre las imágenes que acompañan la creación de su orden al estilo de San Francisco Solano que pertenece a la orden del creador de la devoción a Cristo como niño en el pesebre. San Nicolás de Bari comenzó a seguirse en Asia menor durante el siglo 4 y llevada por los navegantes por toda Europa se convirtió en Santa Claus abreviación de Santos Nikolaus. El primer templo cristiano en América fue levantado Bajo su patrocinio. Habría llegado a La Rioja como Santo particular de los Sotomayor una familia de notable influencia que acompañó al fundador Juan Ramírez de Velasco. En el siglo 16 la imagen del Niño comenzó a ser revestida con atributos propios de la autoridad temporal siendo la más conocida la del niño de Praga. La del niño alcalde de La Rioja según el registro más antiguo, fue heredada por José Toribio de Mercado, regidor del Cabildo hacia 1816, de su madre adoptiva Mariana Camaño. Lleva en su mano izquierda la barra o cetro del Rey mientras que la mano derecha tiene una actitud de bendecir, es una talla de madera de 37 cm de altura policromada en sus rostros y manos con bucles de cabello natural. Representa un niño de pocos años de pie con mejillas sonrojadas. Tiene colocado un gorro negro tipo falucho al estilo de los usados por los generales y almirantes del siglo 19, la casaca negra le llega hasta las rodillas a la usanza del siglo 18, del chaleco corto cuelga una cadena de oro que engancha un relicario y un reloj. La camisa blanca lleva gemelos de oro en sus dobles puños, al calzón corto siguen las medias a la altura de la rodilla. La capa de terciopelo negro bordada con hilos de oro y plata cae de sus hombros. Ciñe su cintura una faja amarilla con bordados y flecos dorados y zapatitos negros con hebilla completa en el atuendo. Los españoles aceptan al niño propuesto por los diaguitas como condición de paz pero revistiéndolo con los atributos propios de la autoridad española.
La imagen de San Nicolás era un solo tronco de madera de nogal de un metro y 44 cm de alto. Su considerable peso fue aliviado conservándose sólo la cabeza y las manos originales. Comenzó a obrar milagros y terminó siendo prácticamente la única para todos. La imagen blanca pasó a ocupar un lugar secundario en la catedral. Cuando en la Rioja nos hablan de San Nicolás se están refiriendo al “negro que está muy orondo en la iglesia Catedral” como dice una canción popular. Más allá de las dos imágenes, la devoción al santo de la influyente familia Sotomayor también pudo haber sido fomentada por la intención de recuperar el espacio social perdido en 1593. Los diaguitas habían quedado al lado del personaje principal, el niño Dios convertido en alcalde, mientras que los españoles pasaron ocupar un segundo plano junto al Santo.
Elementos españoles y andinos en la ceremonia.
El mundo simbólico andino aparece la imagen del Niño Jesús reconocido como nuevo alcalde a propuesta de los diaguitas, preside esta procesión el Inca, figura clave del imperio incaico. Lo hace colocándose debajo de un arco, resabio del tronco del inca del Perú. Está acompañado por una Cofradía de Allis, palabra quechua que indica fundamentalmente la nobleza o alto linaje de los hombres que acompañan al inca. Llevan una vincha de la que cuelgan cintas multicolores que rememora las plumas usadas en las fiestas del mundo andino, también llevan un Poncho, indumentaria propia del andino estilizado en forma de escapulario. Tanto en la vincha como en el Poncho aparecen unos espejitos por donde se ve el alma o el corazón de la persona. Entonan el año nuevo pacarí, canto en quechua que es acompañado por los golpes de una caja o tambor. La ceremonia, realizada el 31 de diciembre a las 12 del día de cada año, comienza describiendo que el resplandor del Niño Jesús le gana al sol y al lucero del Alba en clara referencia a Inti y a la nueva vida ofrecida por la religión cristiana. Cada estrofa termina invocando a la Virgen María bajo la advocación de Coopaca apócope de Copacabana en alusión al santuario principal que está a orillas del Lago sagrado del Titicaca. En el mundo de símbolos españoles está en la imagen de San Nicolás por lo ya dicho. Sus devotos se llaman alféreces, término que los árabes dejaron en la península para indicar jinete. La bandera que llevan estos señores de acaballo se fue estilizando y hoy tiene la forma de un palo al que sujetan 5 globos como símbolo de paz y el abanderado puede ser cualquier varón. Corren carreras cuadreras cuyo origen lo encontramos en el juego de las cañas que los señores practicaban durante la época colonial. Están organizados en una gran Cofradía en la que se destacan en un primer estamento 12 aspirantes presididos por el aspirante mayor y en el grado superior 12 apóstoles teniendo como representante máximo al alférez mayor. A esto se suma la fecha en la que se realiza la ceremonia. El 31 de diciembre era el día del recambio de autoridades en el régimen español. Al terminar las fiestas y para dar comienzo al nuevo período de gobierno el aspirante mayor y el alférez mayor reciben la banda y el estandarte que los identifica como tales pasando por debajo del arco del Inca, gesto elocuente para expresar que es el pueblo quien decide quien lo habrá de gobernar.
En 1974 monseñor Angelelli agregó dos elementos a esta tradición: El intendente le entrega al Niño alcalde la llave de la ciudad y cuando el Inca se la devuelve, el obispo acompaña el gesto con la entrega del Evangelio como gran documento en el que se le señala el modo como se debe ejercer su autoridad. El término alli significa bueno, útil, la celebración busca un equilibrio el uno de enero se dedica a San Nicolás, el dos al niño alcalde y San Pedro fue desplazado por San Nicolás.
El tinkunaco identifica culturalmente La Rioja, es el rescate de la parte fundacional de su historia en la que el español y el diaguita se unieron para engendrar y dar a luz el pueblo riojano. Las 3 genuflexiones no solo se hacen ante el niño alcalde sino también son la actitud que adoptan entre sí los integrantes de ambas procesiones para poder unirse y realizar el acto desde el respeto mutuo porque de lo contrario se tendría que hablar de violación de los Derechos Humanos. Es un gesto de confianza nacido del amor humano que se une en el amor de Dios. Dios se arrodilla a nuestra altura. El abrazo tiene el significado de las caricias y palabras bonitas con el sentido que le da San Pablo a los Gálatas “todos ustedes son hijos de Dios, todos fueron bautizados en Cristo ya no hay judío ni pagano esclavo ni Hombre libre varón o mujer” Gálatas 3 27 28. El encuentro de las dos procesiones qué se convierten en una sola debe ser leída desde el encuentro del varón y la mujer para procrear, españoles y diaguitas unieron sus sangres y sus destinos engendrando al pueblo riojano.
Angelelli introdujo la entrega de las llaves al niño alcalde y el 3 de enero el Inca se la devuelve, el intendente le entrega las llaves al niño alcalde acompañado por el obispo que le entrega el evangelio. En la despedida se unen dos conceptos que el inca sea quién devuelve la llave significa que el pueblo es el depositario de la autoridad que viene de Dios y se la confía al intendente y que sea el obispo quien le entrega el evangelio significa que él es el primer responsable de que sea conocido y cumplido, vendría a ser como el instructivo para saber manejar bien las llaves de manera tal que el objetivo lo cumpla.