El sentido de El Tinkunaco

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El Sentido de la Fiesta riojana de El Tinkunaco

Producción y Edición: Área Pastoral de Comunicación y Prensa Diócesis de La Rioja

La historia del Tinkunaco no tiene sentido si no se vive. Hay muchas investigaciones de esta tradición de 430 años, todos los riojanos la han vivido y la cuentan. Sólo si se la vive en primera persona se comprende lo leído y oído y desde allí no alcanzan las palabras ni el corazón para contarlo.

Y el Tinkunaco cobra vida si se vive cada día, porque Tinkunaco significa y es Encuentro.

La Fiesta tiene varias ceremonias, la que le da sentido a todo es un Pacto entre el Pueblo y el Niño Dios al que nombran Alcalde y reconocen como única autoridad bajo la Ley de su Evangelio.

El 31 de diciembre al medio día, San Nicolás representando al pueblo español sale de la Catedral y espera al Niño Jesús representando al pueblo diaguita, que viene desde el Convento San Francisco acompañado por San Francisco Solano, mediador de paz entre ambas colectividades en la Semana Santa de 1593.

Cuando se produce el encuentro frente a la casa de gobierno, todos, San Nicolás y san Francisco incluidos, se postran ante el Niño reconociéndolo Alcalde. Es un pacto de entrega mutua. El Niño trae la paz y ambos pueblos reconciliados lo reconocen como única autoridad. Todos se dan la paz comenzando por la Cofradía de los Allis (pertenecientes al Niño Alcalde) y los Alférez (acompañantes de San Nicolás). Seguidamente la autoridad municipal le entrega las llaves de la ciudad al Inca, representante de los Diaguitas quien la deposita en la urna del Niño Alcalde. San Francisco se vuelve a su convento y el Alcalde Niño con San Nicolás ingresan a la Catedral entre vítores, campanas, himnos con ruegos y agradecimientos de los promesantes distinguidos con bandas o vestimentas de color morado, cintas de colores y banderas del estilo de los instrumentos de lucha de los diaguitas que se llevan inclinadas en signo de paz.

El día 1 es la fiesta de San Nicolás y su pueblo se vuelca a las calles en la procesión con alegría y veneración por su santo acompañado también por el Niño Alcalde.

El día 2 se lo celebra al Niño, los Allis entonan cantos en quechua y saludan a las autoridades eclesiásticas y civiles llevando el mensaje de paz que el Niño Alcalde viene a traer a los pueblos enemistados. Finalmente el día 3, día de los Allis, los Alferez y los promesantes, el templo se colma demostrando la fe popular en donde no hacen falta demasiadas explicaciones para comprender que el Niño Dios es el Niño Dios, San Nicolás es San Nicolás, San Francisco es San Francisco y la Virgen es la Virgen. Los saludos, cantos, oraciones y expresiones del pueblo lo dicen sin necesidad de razonamientos teológicos.Es la religiosidad popular la que se impone.

A su vez cada uno de los 3 días bien temprano, los alférez y promesantes a caballo dan vuelta a la plaza para saludar a San Nicolás.

Luego de la misa se despide al Niño Alcalde pero antes se repite la ceremonia de postración, las autoridades reciben de parte del Obispo el Evangelio como ley a seguir y el Inca mayor recoge las llaves de la ciudad de la Urna del Niño y se la vuelve a entregar a la autoridad municipal.

Luego el Niño acompañado por San Francisco regresa a su convento y lo propio hace San Nicolás a la Catedral. Queda en todos la nostalgia de estos 3 días vividos llenos de fe.

Monseñor Angelelli en 1973 decía que el Tinkunaco tiene sentido si se vive cada día, no sólo como una fiesta de cada año.

Los signos son contundentes y actuales: La postración de todo el pueblo ante el Niño Alcalde reconociéndolo como única autoridad; el saludo de paz entre enemistados con el compromiso de deponer las armas; el Evangelio como ley suprema; la presencia de San Nicolás de Bari como Tatita que cuida a su pueblo; la presencia de promesantes y peregrinos que hablan de una fe profunda y de una intervención de Dios a través de sus santos; la fusión entre fe y cultura, entre ser riojano y ser ciudadano del Niño Alcalde.

Todo se resume en entregar la vida en manos del Niño Jesús Alcalde, la entrega de la llave de nuestros corazones al mismo Dios, el deseo de la paz. Claves actuales y perfectamente practicables cada día para que cada día sea un Tinkunaco, para que vivamos la cultura del Encuentro. Para que el Tinkunaco tenga sentido.