El quinto Beato Mártir Riojano – Gregorio Martos Muñoz

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Agradecemos la Investigación de Diego Olivera y el Portal Vivamos Juntos la Fe que nos sirvió de fuente para esta nota

Cada 19 de agosto celebramos la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, “el quinto mártir de La Rioja”, decido llamarlo el quinto mártir en relación a los beatos mártires que entregaron su vida en tierra riojana: Mons. Enrique Angelelli, P. Gabriel Longueville, Fr. Carlos de Dios Muris, OFM y el laico Wenceslao Pedernera, estos cuatro son más conocidos y su beatificación tuvo gran resonancia en Argentina, como así también en otros países.

Sin embargo Gregorio fue asesinado en el año 1936, cuando tenía 28 años y  beatificado (2017) antes que los cuatro ya mencionados, pero se empezó a conocer su historia hace muy pocos años atrás. Cabe destacar que a esta lista de beatos se suma la venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo (quién nació en Fátima – La Rioja)

Gregorio nació en la provincia de La Rioja, Argentina y allí recibió los sacramentos de iniciación cristiana. A continuación podrán leer su apasionante vida y su testimonio de una fuerte confianza en Dios.

Sus primeros años vivió en La Rioja

Nació en Chilecito (La Rioja – Argentina) el 3 de abril de 1908, 9 días después recibió el sacramento del Bautismo en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, (actual santuario de Santa Rita). Hijo de Don Agustín Martos, de nacionalidad española y de Doña Josefa Muñoz, de la misma nacionalidad, domiciliados en Anguinán. Su padrino fue Don Gregorio Juárez y la madrina Doña Catalina O. de Juárez. Trece meses después, más precisamente el 20 de mayo de 1909 (día de La Rioja) recibió el sacramento de la Confirmación en la capilla de Aguinán – Chilecito, este sacramento fue administrado por Monseñor Abel Bazán y Bustos (oriundo de Tama – La Rioja) – (Leer: 150 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MONSEÑOR ABEL BAZÁN Y BUSTOS)

Acta de Bautismo del Beato Gregorio Martos Muñoz

Gregorio viaja a la tierra de sus padres

La familia Martos Muñoz retornó a España, estableciéndose en el pueblo llamado Válor, tierra en la que los progenitores habían nacido. El retorno a la patria tuvo lugar, cuando el pequeño Gregorio tenia diez años. Al cumplir los doce año, dirigía la siguiente carta al vicario capitular de la diócesis  en la que expresaba su deseo de ingresar en el Seminario:

«Ilustrísimo Señor Vicario Capitular, Sede Vacante, del Arzobispado de Granada.

Gregorio Martos Muñoz, natural de Chilecito, provincia de La Rioja y Obispado de Córdoba, en la República Argentina y de Válor, Provincia y Arzobispado de Granada, de doce años de edad; hijo legítimo de Agustín Martos y de Josefa Muñoz López; deseando ingresar en calidad de alumno interno en el Pontificio y Real Seminario de su digno cargo, ruega a Usía Ilustrísima se digne concederle plaza en dicho centro docente en el próximo curso de mil novecientos veinte y uno a mil novecientos veinte y dos. 

Gracia, Ilustrísimo Señor, que espera obtener de la reconocida bondad de Usía, cuya vida guarde Dios muchos años. Válor, 20 de Septiembre de mil novecientos veinte y uno. 

Gregorio Martos”.

El sacerdote, a cuya feligresía pertenecía el candidato, daba fe de la buena conducta de su pequeño feligrés, para que pudiese ser admitido en el Seminario, con una carta (se puede leer aquí)

Ingresó al seminario

En el libro 13, folio 103 del archivo del seminario de san Cecilio consta el ingreso de Gregorio al seminario (se puede leer aquí)

En el curso académico 1921 -1922, con 13 años, Gregorio iniciaba el estudio de la lengua Latina y de las Humanidades, que debería prolongarse a lo largo de cuatro años. El estudio de la Filosofía lo cursó por un espacio de tres cursos. Concluidos los cursos de Filosofía, el joven seminarista comenzó el estudio de la Teología, que se prolongaría por otros cuatro años. Cuando Gregorio se encontraba estudiando el cuarto curso de Teología, el 14 de Abril de 1931, tuvo lugar la implantación de la II República en España, y con su instauración llegaría la persecución religiosa en la que él con otros 36 sacerdotes granadinos, recibirían la corona del martirio. En el último curso académico, el futuro mártir obtuvo el premio, que consistía en un pergamino que se le otorgaba al alumno que más se hubiera destacado por sus calificaciones escolares.

Sagradas Órdenes y ministerio sacerdotal

El día 18 de Diciembre, día de la Virgen de la Esperanza de 1931, recibía la primera clerical Tonsura; las cuatro Ordenes Menores: Ostiario, Lector, Exorcista y Acólito le fueron conferidas el siguiente día. El 12 de marzo de 1932 fue ordenado de Subdiácono; el sacramento del Diaconado le fue otorgado el 17 de abril del mismo año.

El día 3 de mayo de 1932, día de la Santa Cruz, el seminarista diácono solicitaba la Sagrada Orden del Presbiterado. La referida solicitud está redactada en el idioma latino, y traducida al castellano (se puede leer en la biografía más extensa)

El 21 de mayo de 1932, el maestro de ceremonias pronunciaba su nombre y Gregorio se acercó al altar del Señor para recibir el sacramento del Orden Sacerdotal, por la imposición de las manos del Obispo oficiante, el tono de su respuesta fue enérgico y decidido; lo expresó en lengua latina, diciendo: «Adsum” que significa «Aquí estoy». Como contestó Jesús a la llamada del Padre: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».

La primera Misa solemne del neopresbítero tuvo lugar en la iglesia de Válor, su pueblo de adopción, el día 19 de junio.

Pocos días después de su ordenación como Presbítero diocesano de la Iglesia de Granada, el neosacerdote recibía el único nombramiento de su ministerio sacerdotal y trabajo pastoral, que sólo podría desempeñar por el corto periodo de cuatro años; le fue encomendado, como Cura Encargado, el cuidado espiritual del pequeño y pobre pueblo entonces de El Ejido. Pronto se dedico a socorrer al prójimo, vivía con austeridad y rechazó la herencia paterna.

“Era piadoso y buen cristiano; en esto se imitaba a mi madre, que era una santa. Celebraba misa, predicaba, daba catequesis, todos los días rezaba el rosario” (Testimonio de uno de los hermanos de Gregorio)

Otros testimonios afirmaron:

“Era de carácter afable y cariñoso. Amaba a los niños, visitaba a los enfermos y ancianos y se desvivía por los pobres”

“Su generosidad y pobreza se muestra en el hecho de que cuando el padre repartió los bienes como herencia, entre sus hijos, Gregorio renunció a su lote en favor de sus hermanos”

«Cuando bautizaba o casaba a algún hijo de familia que no tenía medios, él nunca cobraba nada. En una ocasión bautizó al hijo de una familia gitana y se marcharon muy contentos porque, además de no cobrarle, les invitó a desayunar.» (Testimonio de su hermana Dolores)

El Martirio

A las once de la mañana del día 21 del caluroso julio de 1936, un grupo de milicianos se presentaron en la casa rectoral en busca del P. Gregorio. Llegaban con la orden de detener al cura; lo había decidido el alcalde pedáneo del pequeño pueblo, anexo del municipio de Dalías, a donde fue conducido el joven sacerdote junto a otras dos personas. Veinticuatro horas permaneció encarcelado en la prisión municipal; pasadas las cuales, los trasladaron a la cárcel de la ciudad de Berja. Varias veces fue conducido ante el tribunal del comité revolucionario que lo juzgaba. El crimen del que se le acusaba no era otro que el de anunciar el Evangelio.

El pobre párroco de «El Ejido», prisionero por Cristo, elevaba sus oraciones, y exhortaba a sus dos compañeros de prisión, para que también ellos hicieran lo mismo. Como los jueces no encontraron culpa alguna, lo pusieron en libertad, aunque vigilada. Esto sucedió el 7 de agosto. El 12 de agosto, unos milicianos del Campo de Dalías llegaron al hotel, preguntando por el cura. Los dueños de la pensión que sentían gran aprecio por el sacerdote, le avisaron que se escondiera; y tras la marcha de los siniestros hombres, le indicaron el camino que debía seguir para evadirse. El pobre fugitivo, desconocedor del terreno, tuvo la mala fortuna, de dar con otros milicianos, que se encontraban de centinelas en la salida del pueblo; logró que le permitieran continuar su camino, y ya pensaba que había sido favorecido por la fortuna, cuando una mujer se encaró con los guardianes, diciéndoles a voces: que le detuvieran, ya que aquel hombre era un elemento peligroso y subversivo; que si no eran capaces de retenerlo y entregarlo al comité popular, lo haría ella misma, y lo fusilaría, si ellos no tenían valor para hacerlo.

Los vigilantes, hostigados por la denunciante, le obligaron a detenerse y lo condujeron al comité de Berja; los dirigentes de la referida junta, al enterarse de que el delatado era el cura de El Ejido, lo remitieron al comité de dicho pueblo. Una semana permaneció en la cárcel, donde sufrió vejaciones y agravios continuos. La iglesia que él tanto cuidaba, en donde había celebrado la Eucaristía durante los cuatro años de su ministerio, había sido incendiada, igual que la casa rectoral con su archivo parroquial. Fue conducido allí por sus guardianes, para que pudiese contemplar aquella semejante obra que los enemigos de la Iglesia acababan de perpetrar. Y de sus ojos brotaron abundantes lágrimas, al contemplar los retablos y altares derribados, deformes y medio carbonizadas las estatuas de Cristo, de la Virgen y de los santos, y profanado el Sagrario.

Los milicianos se ensañaron, haciéndole cargar y descargar camiones: de mercancías unas veces, de arena o de estiércol otras. Una interminable semana duraron aquellas burlas y escarnios. En la noche del 19 de agosto, junto a los otros dos compañeros de cárcel y sufrimiento, fueron conducidos en un camión a la Albufera de Adra. Se prepararon los verdugos para el fusilamiento de los presos. El sacerdote pidió que le concedieran unos momentos para dar la absolución sacramental a sus compañeros. «Ego te absolvo»… (yo te perdono, les dijo), mientras él pedía clemencia al Señor por sus culpas y pecados, perdonando también a quienes le estaban causando tanto sufrimiento y tan grande daño. Murió perdonando a sus asesinos

Algunos testigos afirmaron que antes de morir, Gregorio tuvo la valentía de tragarse una medalla de la virgen María, antes de consentir pisotearla como querían sus asesinos.

Luego se escucharon los disparos y los tres se desplomaron.

Su hermana relato: « Mi madre nos pidió a todos los hermanos que no tomáramos venganza por la muerte de mi hermano, que había que aceptarlo con paciencia porque Dios lo había permitido así. »

La vida del P. Gregorio Martos Muñoz fue corta en años: veintiocho solamente; pero rica y abundante en buenas obras.

Al terminar la guerra, y tenerse noticias de dónde se encontraban enterrados sus restos mortales, el día 11 de Agosto de 1939, una vez obtenido el permiso de las autoridades de Adra, fue exhumado su cadáver y conducido al pueblo de Válor, dándosele sepultura junto a sus otros compañeros sacerdotes. – Entre los dientes del siervo de Dios fue encontrada una medalla de la virgen María.-

Declaración de Martirio (Causa Canónica)

El estudio de esta Causa de los Mártires de Almería se inició en la fase diocesana el martes santo 11 de abril de 1995 en la Catedral de Almería. Esta etapa concluyó el 21 de mayo de 1998 (Declararon más de 500 testigos)

La documentación fue enviada a la Congregación para las Causas de los Santos, el 26 de febrero de 1999 se decretó la validez de la instrucción diocesana y en julio de 2003 se entregó la «Positio» documento que recoge los datos obtenidos por una investigación diocesana sobre las virtudes heroicas de un candidato).

El 14 de junio del año 2016, el santo padre Francisco aprobó la promulgación del decreto de beatificación de los 115 mártires de Almeria. Integran el grupo 20 laicos (18 hombres jóvenes o padres de familia y dos mujeres, una de ellas de etnia gitana), además de 95 sacerdotes, de ellos 92 diocesanos, 1 franciscano y 2 operarios diocesanos (entre ellos se encuentra Gregorio Martos Muñoz).

La beatificación se celebró el 25 de marzo de 2017, solemnidad de la Anunciación del Señor, reconociéndolos como mártires por odio a la fe.


«El martirio es el triunfo del amor sobre el odio, la victoria de la justicia de Dios sobre la injusticia de los hombres, sobre el quebrantamiento de sus mandamientos, sobre la violencia fratricida. Los mártires dieron su vida manteniendo su fidelidad a aquel en quien habían creído y en quien habían depositado su esperanza y al que amaban por encima de todo, y hoy la Iglesia los presenta como ejemplo altísimo de amor generoso y perdón que reconcilia y aúna, congregando a cuantos se sienten no sólo impactados, sino atraídos por el valor y la fuerza humanizadora que tiene su testimonio en favor de la verdad hasta la muerte.» (palabras pronunciadas por Mons. Adolfo González Monte, el día de la beatificación)

El 5 de noviembre del año 2018, los restos del beato Gregorio Martos Muñoz
fueron traslados a la parroquia San José de Válor – España,
junto a otros 5  sacerdotes mártires también de la guerra civil española



Fiesta en la diócesis de La Rioja

El 10 de agosto del año 2017, la congregación para el culto y la disciplina de los sacramentos envió una carta a Mons. Marcelo Colombo (en ese momento, obispo de la diócesis de La Rioja) anexando el decreto de inserción de la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, presbítero y mártir en el calendario litúrgico de la diócesis de La Rioja, y también la aprobación de los textos litúrgicos propios en lengua latina y española. Su fiesta se celebra el 19 de agosto, día de su asesinato.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, que diste al Beato Gregorio, presbítero, la gracia de luchar hasta la muerte por practicar tu justicia; concédenos, en virtud de sus ruegos, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar con valentía hacia ti, que eres la verdadera vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

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Por la providencia de Dios podríamos decir que la diócesis de La Rioja celebra el mes de los mártires o el mes de la santidad, comenzando el 17 de julio con la fiesta liturgica de Mons. Angelelli y compañeros mártires. Luego se recuerda el asesinato de cada uno de ellos: 18 de Julio (P.  Gabriel Longueville y Fr. Carlos de Dios Murias), 25 de julio (Wenceslao Pedernera) y 4 de agosto (Mons. Angelelli).

El 15 de agosto se recuerda el nacimiento de la Venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo (quien nació en Famatina – La Rioja) y el 19 de agosto se celebra la fiesta del Beato Gregorio Martos Muñoz, presbítero y mártir.

Nuevamente afirmo lo que escribí en la publicación de la venerable Sor Leonor de Santa María Ocampo; el nombre elegido por el fundador de esta provincia, hoy resuena como una profecía que se va confirmando: “El 20 de mayo, del año 1591, don Juan Ramírez de Velasco fundó la Ciudad de Todos los Santos de La Nueva Rioja”

Agradezco a Mons. Dante Braida, obispo de la diócesis de La Rioja y al Pbro. Jorge Hilal, párroco de la parroquia Sagrado Corazón (Chilecito – La Rioja) por haberme brindado información para realizar esta publicación.

Autor: Diego Olivera 

Fuentes: 

Diócesis de Almeria 

Arquidiócesis de Granada 

Diócesis de La Rioja

Oficina de Información de los obispos del sur de España