El Belén de Sara y Marcelo – Para detenerse y acercarse

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Un Belén en la puerta de al lado

Sandra Pereyra oriunda de Catamarca de 58 años y una hija de 16

Estamos en Adviento, la época en que la Navidad se vuelve Pesebre y viajamos con nuestra imaginación a Belén. Allí vemos a María que recibe como puede a ese Niño diferente porque es el mesías, vemos a José que es papá del corazón y con generosidad se hace cargo del Niño y también al Niño es un ser frágil que necesita de cuidados. Eso es Belén, es algo más profundo que el villancico Noche de Paz, Noche de Amor.

Invitamos a detenernos frente a los José, las Marías, los Jesús de estos días, de mirar en dónde está Belén en nuestras comunidades. Y detenernos, acercarnos, animarnos y comprometernos.

Les dejamos la historia de Sara, Marcelo y María.

Sara es catequista de una parroquia de la Ciudad de la Rioja, tiene 58 años y está casada con Marcelo desde hace casi 20.

Afirma que hay que hacerse cargo de que la felicidad es también para uno mismo.

Con su esposo no podían tener hijos y él le propuso que adoptaran ya que él también es adoptado. A la vez que sentían la aridez por no poder tener hijos no quisieron hacer tratamiento de fertilización y tienen la certeza de que los hijos son don de Dios y los da a quien quiere.

Nos cuentan su experiencia como padres del corazón de una mujercita discapacitada.

“Nos anotamos, aceptamos un hijo con discapacidad, alguien para acompañar a crecer, ayudar a vivir que la vida nuestra sirva para que otros crezcan. Primero nos ofrecieron una nena con síndrome de Down y nos rechazaron por carentes de recursos, después nos llamaron para nuestra hija, tenía 3 años y medio, estaba en Buenos Aires en una institución y hacía más de un año que la familia biológica no tenía contacto. En noviembre de 2017 la fuimos a buscar, nos preguntaron por qué queríamos llevar una discapacitada a La Rioja, seguimos la vinculación y cuando llegamos aquí se curó de muchas enfermedades que tenía. Nos la dieron en adopción y los médicos de aquí decían que no era microcefalia.

Ya comenzamos el colegio y le hicimos otro diagnóstico, siempre nos dijeron que era irreversible pero que el cerebro puede despertar. El desafío nuestro es que despierte otras zonas. Tiene 18 años y está integrada en cuarto año y tiene un estructura de personalidad psicótica. Vivimos el desafío de hacerla fuerte en la debilidad. Tiene asumido que es adoptada, el desafío también fue educarla en la verdad y empoderarla en lo que tenía.

Cada uno tiene capacidades para algunas cosas y discapacidad para otras, a ella le dolió ser distinta, yo le digo que es única y la mayor discapacidad es la vagancia. Tiene debilidad mental afasia.  Si no le ayudamos a que sufra se va a quedar, ya hace la comida y se queda sola. Como padres es un gran dolor soltarla, que tenga amigos y ella se aísla un montón. Nos vamos ayudando y acompañando entre los dos.

Muchos nos preguntan qué se siente ser padres del corazón y de un niño diferente. Esto nos hace pensar que no sabemos otra manera de ser padres. A veces también preguntan por qué elegimos una niña con discapacidad, y nosotros pedimos ser padres, y creemos que los hijos llegan como Dios los confía. Y por esto estamos agradecidos, cada día aprendiendo, equivocándonos, volviendo a empezar, descubriendo, rezando, confiando, si Él nos la dio para  acompañarla en la vida, nos mostrará el camino.

María y José son nuestra invocación constante. Deseamos ser un Belén, Dios permita que podamos acoger a María, comprenderla y mostrarle el amor que Dios le tiene. Que ella sepa que su diferencia es el mensaje de Dios para nosotros”.

¡Gracias Marcelo y Sara por mostrarnos el Belén de su Hogar!