Día del Medio Ambiente – Laudato Sí

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La Basura en las ciudades

Los invito a mirar esta foto de un sencillo tacho de basura que puede estar en nuestras casas y lugares de trabajo y esparcimiento. En la foto, dentro de una bolsita para basura encontramos cáscaras de frutas, papelitos de caramelos, pañuelos usados, bolsitas de plástico, botellas de plástico con sus tapas y un papel arrugado con el dorso en blanco. Esa sencilla bolsa que dejamos en la vereda para que se la lleve la empresa de basura y no la vemos más. Aunque sigue existiendo.

Esas sencillas bolsitas vivirán 150 años en este mundo, las botellas unos 1000 años. A veces las empresas recolectoras queman la basura generando una intoxicación del medio ambiente por los químicos que emanan, además del mal olor que provocan. Ni qué hablar cuando esos incendios se van más allá de la basura y queman especies autóctonas, árboles y hasta seres humanos.

Si se impusiera la distinción entre orgánicos e inorgáncos, las cáscaras de frutas pasarían a alimentar la tierra, el papel a ser usado en el reverso y los plásticos a ser tratados adecuadamente y a veces como medios de energía.

Los basurales a cielo abierto que están en las afueras de donde vivimos son focos de infección, contaminación y amenaza al medio ambiente. Medio ambiente que nos incluye a nosotros.

El papa Francisco en la Enciclica Laudato Si, nos habla claramente de esta amenaza. Así lo expresa:

«La Tierra, nuestro hogar, parece convertirse cada vez más en un enorme vertedero de basura. Está íntimamente ligado a la cultura de los residuos, en que todo es descartable”

“Prestar especial atención al papel de los tóxicos y el riesgo para la salud humana y para el medio ambiente y al cambio climático, la sociedad está cambiando y  es momento de controlar la contaminación para cuidar el clima. No se trata solo de mitigar los desastres del cambio climático sino de impedir que la tierra, nuestra casa, se transforme en un inmenso depósito de inmundicias.

Que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire; todos estos son pecados. Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes.

Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domésticos y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos.

La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.

Advirtamos, por ejemplo, que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla.

Evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias.

Se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente”.

Claras y prácticas las enseñanzas de Francisco. Al menos comencemos por no tirar residuos en el suelo cuando vamos por la calle, tampoco por la ventanilla de autos y colectivos.

La tierra es la casa de todos y la tenemos bastante sucia.