Día del Bombero Voluntario – «Aquí se aprende a tolerar a la gente»

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Graciela Castro

Integrante del Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Chilecito

En el Día del Bombero Voluntario les dejamos el testimonio de una mujer a quien la pandemia le regaló una sorpresa.

 

Decidí ser bombera porque me había jubilado de profesora de Inglés a los 58 años y quería hacer algo por los demás. Encontré un aviso en Face Book en donde el Jefe del Cuartel de Bomberos de mi ciudad, Ricardo Alcalde, invitaba a una reunión a quien deseara ser bombero y fui. En esa reunión me encontré con gente conocida, con jóvenes y uno de los bomberos dijo “en este cuartel se aprende a tolerar a la gente”, me llamó la atención esa frase, tolerar a los demás ante todo.

Esta vocación tiene alegrías, sobre todo la cara de los niños cuando ven una autobomba, un bombero, esa carita de alegría que a todos les llama la atención, la alegría de pasar estos años de pandemia con la autobomba con Santa Rita, con San Nicolás y el Niño Alcalde. Ver gente anciana, discapacitada llorando de emoción. Eso es una alegría grande. Ver la cara de alivio cuando asistimos a alguien en riesgo. Las tristezas son las pérdidas de vidas humanas, una casa por un incendio.

Parte de este cuartel fue a los incendios de Corrientes a llevar alimentos y útiles de limpieza y ayudar en los relevos. Los que quedamos nos esforzamos en las guardias, fue un modo de ir allá.

El trabajo más arriesgado que me tocó actuar sobre todo son las prácticas,  lanzarnos al precipicio, trepar. Yo por mi edad estoy más en la parte social y en la representación de la Institución.

Me impulsa a ser bombero, el querer ayudar a la gente, ser útil a la sociedad.

En el cuartel somos iguales, varones y mujeres, no se elige a nadie por nada especial. Aportamos la cuota femenina al cuartel, con los cuidados, los adornos, la contención, y en el caso mío soy la madre de los chicos jóvenes, aconsejándoles, “estudien, tengan cuidado, abríguense”.

En el momento que entré al cuartel mi mamá se sorprendió y un poco se asustó. Mi hija estaba también sorprendida, yo la invitaba a ser bombero y me decía que no. A veces iba a las prácticas, un poco a cuidarme; una vez que fue yo estaba en lo alto de una escalera y gritaba ¡cuiden a mi mamá! En el fondo mi hija está orgullosa y mis amigas están sorprendidas, admiradas de que dejo de descansar y de hacer cosas por mí para hacer cosas gratuitas. Lo gracioso a veces es cuando hay un operativo en un baile, un recital o algo así, encontrarme con ex alumnos, me abrazan, no me sueltan aunque me ven como bombero, ya no como profesora. A veces me desespero por esto porque estando de uniforme yo sólo puedo saludar. En general es admiración por los bomberos, mucho respeto.

En el final les cuento que en plena pandemia mi hija se incorporó al cuartel, en las prácticas dudaba, pero siguió y con sus 23 años juró y ahora es una bombera más. Es una gran alegría como madre compartir esta misión de servicio con mi hija.


Graciela con su hija Mara compartiendo el servicio en el cuartel

No queda otra que darle las gracias a esta mujer chileciteña y en ella a todos los Bomberos

¡Feliz día!