Claudia Carbajal es una laica muy comprometida con su vocación baustismal. Su misión actual es ser presidente de la Acción Católica Argentina, movimiento que nace en 1931 por iniciativa de la Conferencia Episcopal, en respuesta a la invitación del Papa Pío XI de organizar, en los distintos países, esta novedosa asociación. Su razón de ser es la evangelización de los laicos y el apostolado en sus ambientes.
El horizonte inspirador es Discípulos Misioneros de Jesús en la realidad de hoy
El mártir Wenceslao Pedernera junto a su esposa Coca fueron miembros de la Acción Católica. Ambos participaron de distintos encuentros y cursos de formación, uno de ellos en Brasil al que fue nuestro mártir y quedó muy impresionado por la pobreza de los campesinos de ese lugar. Dentro de la Acción Católica fue muy considerado por su prudencia y entrega a Jesús y en Él a los más desvalidos.
El Área de Comunicación del la Diócesis de La Rioja estuvo con Claudia conversando sobre nuestra Iglesia y sobre Wenceslao.
¿Qué es, para la Acción Católica, tener al Beato Wenceslao entre sus filas?
Es el testimonio vivo y encarnado de la propuesta de nuestro carisma, identidad y misión. A él, que lo hemos descubierto en medio de su proceso de beatificación; nos trae ese mensaje de un laico que vivió con sencillez y profundidad su vocación, su proceso de conversión y su vida bautismal de manera ordinaria, tomando cada vez mayor compromiso hasta dar la vida en el martirio con naturalidad. Porque aceptó que su vida debía llegar hasta el grado extremo de la entrega. Que creo que es el proceso del creyente que nos lleva a Jesús, a vivir en lo ordinario de nuestra vocación, entrega, vida laical, familiar, laboral, profesional descubriendo las necesidades de los otros; y en ese camino Jesús se va haciendo vida del que le abre la puerta que está dispuesto a entregarlo todo. Wenceslao es esa síntesis para la Acción Católica.
¿Hay gente contemporánea que haya conocido a Wenceslao cuando militaba la Acción Católica?
Sí, hay personas de la edad de Wenceslao con los que hemos podido tomar contacto, preguntarle, conocer un poco más su historia que fue la que nos fue descubriendo esta faceta de su vida ordinaria que la fue haciendo con la extraordinaria.
¿Y qué cuentan de él?
Nos cuentan que fue un hombre sencillo, de muy pocas palabras, de convicciones muy firmes y tomar decisiones fuertes. Ese relato que nos hicieron muchos que lo conocieron se ve reflejado en lo que Coca nos cuenta de la historia que fueron gestando juntos. Fue un proceso relativamente corto, porque se convierte y empieza su vida en la vida del grupo y pasa a ser dirigente. En ese momento era el Movimiento Rural de Acción Católica que habrá tenido una extensión de 20 años aprox. Si bien, la AC tenía presencia en lo rural como movimiento, su vida es muy corta y en ese proceso realmente hay testimonio de un montón de dirigentes de la camada de la generación de Wenceslao que tienen una vida de entrega y fe que conmueve.
¿Qué vieron en Wenceslao durante su protagonismo en la Acción Católica?
En una época de mucha entrega, de asumir la opción por los pobres desde dentro, no sólo desde la palabra, sino haciéndose pobre con los pobres, una convicción de la lucha por la justicia. Hay documentos y revistas de la época que hablan del abandono que vivían la gente rural. La gente más pobre de los pobres y los dirigentes, muchos de ellos de esa propia realidad y otros no, estaban convencidos de que ahí la luz del Evangelio no solo era el anuncio de la buena noticia, sino de la promoción humana. En un contexto de cambio de la iglesia (Concilio Vaticano II), de la política social, donde también era muy marcada las diferencias; y desde el evangelio, todos lo fuimos hablando de esa convicción de que el Reino de Dios se construye dignificando al hermano. Es muy conmovedor. A mí me conmueve decirlo, porque no era de palabra, han tenido un radicalismo en la opción evangélico que es admirable.
También esa vivencia de la vocación bautismal que maduraron en la vida de la AC en un momento particular. Hoy a nosotros nos he fácil hablar de eso, en aquella época no era tan común. Ellos se animaban a hablar y tomar protagonismo.
¿Qué impresión te causaron Coca y sus hijas?
Fue una de las experiencias de fe más fuerte de mi vida. Ese día que fuimos a su casa, fue el mejor retiro espiritual que realicé en mis años de acción católica porque primero sinceramente tuve la sensación de estar frente a otro santo, la santa de la puerta de al lado y mucho más, casi diría la mártir de la puerta de al lado. La sencillez, la cercanía, el habernos abierto la puerta como si nos conociera de toda la vida y habíamos tenido un encuentro un año antes de un rato. Sin embargo, su casa, su historia, sus hijas y el contarnos cada detalle: – “por ahí entró la bala”- no había arreglado la puerta aquella vez. El decir: – “ahí cayo”- y con emoción recuerdo que ahí, con mi marido, nos arrodillamos en ese piso. Le pedimos permiso para traer tierra de su casa. Tenemos esa tierra en nuestra Sede Nacional.
Vimos en ellos, encarnada la fe sin intelectualizar, fe sencilla del hombre creyente que cree porque cree. Del que creyó en la palabra, la vivió y la asumió hasta el extremo.
Toda la historia que Coca cuenta de Wenceslao, su conversión, historia familiar, la decisión de ir y ella seguirlo y lo que sobrevino después; solo es posible cuando la fe te viene de adentro. se animaban a hablar y tomar protagonismo.
¿Qué crees que Dios nos dice con el testimonio de Wenceslao?
Creo que nos dice: Todos los días es posible. El ideal no es solo ideal, el ideal es vida. Y con el testimonio de Wenceslao nos dice esto: “Se puede. Es real. No es historia ni palabra la santidad. Lo podes vivir. Dale para adelante”. Con su testimonio de santidad convive con otros santos, beatos, causas; de otros perfiles: Angelelli, Pironio, entre otros; los testimonios de la vida del pueblo de Dios, de la riqueza y la diversidad y la de cada lugar que se abraza al evangelio de Jesús y cree firmemente en Él. No solo transformando su propia vida, sino su realidad y se hace signo para otros.
Pironio nos decía: “¿quién va a agarrar esta antorcha?” y Wenceslao nos dice lo mismo. La antorcha de la realidad de la lucha por la justicia y por los pobres. De querer transformar la realidad de mejores condiciones de vida para todo el mundo desde adentro.