431 años de la Ciudad de todos los Santos de La Nueva Rioja

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431 años de la “Ciudad de todos los Santos de la Nueva Rioja”
La Iglesia y su camino en tierra riojana
MEMORIA Y ESPERANZA


Al celebrar este nuevo aniversario hacemos memoria de la presencia de la Iglesia desde sus
inicios buscando que el Evangelio de Jesucristo enriquezca la vida de todos sus habitantes y de
sus vínculos.
El acontecimiento hoy conocido como Tinkunaco manifiesta esa intervención de un miembro
de la Iglesia, el misionero franciscano Francisco Solano, para generar un espacio de escucha,
diálogo, aceptación y respeto mutuo entre los habitantes originarios de esta tierra y quienes
venían a habitarla. De ese acontecimiento surgió una paz que es necesaria para el desarrollo
de cada persona y de todo un pueblo.
A largo de los años venideros la obra evangelizadora fue creciendo en toda la provincia,
principalmente de manos de las órdenes religiosas como ser los dominicos, franciscanos,
jesuitas y mercedarios. La extendida devoción a nuestra madre la Virgen en todas las regiones
de la provincia y la antigua devoción a muchos Santos hablan de la misión llevada adelante
buscando el bien y el desarrollo de diversos lugares, también en aquellos de difícil acceso. El
nombre de “Ciudad de los Santos de la Nueva Rioja” es otra expresión de esa fe que marcó los
inicios de nuestra querida ciudad y la configuración de toda la provincia.
La figura de personas representativas de nuestra provincia, entre otros, como el pbro. Juan
Ignacio de Castro Barros y mons. Abel Bazán y Bustos, hablan de una fe que fue madurando en
el seno de una familia y una localidad concreta que luego fue traduciéndose en compromiso
tanto con la obra evangelizadora de la Iglesia y como con el desarrollo social de nuestra patria.
En esta tierra preñada de fe surgen elocuentes la vida y testimonio de los hoy beatos Mártires
Riojanos, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longeville, Wenceslao Pedernera y Enrique Angelelli
quienes, junto con tantos otros hermanos y hermanas, buscaron la renovación de la Iglesia
desde la vivencia y propuesta del Concilio Vaticano II. Esta renovación se expresó, por
ejemplo, en el asumir con corresponabilidad de todos sus miembros la misión evangelizadora
de la Iglesia o en el enfrentar los desafíos que presentaban las diversas realidades sociales y el
compromiso con el crecimiento de los sectores más empobrecidos.
Hoy, luego de dos años de pandemia, con consecuencias difíciles de prever todavía, estamos
llamados continuar ese camino eclesial destacando la dimensión sinodal de la Iglesia, o sea
animando a que cada bautizado ocupe su lugar en ella aportando sus capacidades para el bien
de los demás y para que la evangelización crezca y llegue a todos.
En diálogo con los distintos ámbitos pastorales han surgido estas tres líneas que hoy orientan
nuestro andar en la provincia: 1- ALENTAR UNA IGLESIA EN SALIDA, esto es, acrecentar la
actitud misionera de para llegar, con el consuelo y la esperanza del Evangelio, a las personas
alejadas o en situación de riesgo y vulnerabilidad por el efecto de la pandemia y otras causas
preexistentes, a los más pobres, débiles y sufrientes; 2- CAMINAR EN FRATERNIDAD, o sea,
afianzar el compromiso de ser una Iglesia Sinodal que anima el caminar juntos,
fraternalmente, con una permanente actitud de diálogo con Dios y con los demás, entre
grupos de la Iglesia y en la sociedad, fomentado la cultura del diálogo entre todos los sectores.
Que se compromete a contribuir al desarrollo del pueblo riojano con una participación
genuina y abierta de todos sus habitantes y un diálogo frecuente y sostenido de sus dirigentes;
3- FORTALECER LA VIDA DE ORACION profundizando la relación con Dios… En tiempos de
grandes desafíos es esencial volver al Señor y recomenzar desde Él. Por eso se vio más que
necesario promover tiempos de oración personal y comunitaria, de retiros o ejercicios
espirituales.
Por otra parte, este caminar juntos nos lleva a asumir todas las realidades sociales actuales
que nos desafían a buscar entre todos nuevas salidas a los problemas que nos aquejan. En una
carta publicada el pasado 9 de abril ponemos de manifiesto estas realidades cuando
expresamos que “vemos con preocupación las dificultades para encaminar la economía de
nuestro país. El aumento de los precios en forma constante, particularmente en los alimentos
de consumo familiar, la falta de control de los mismos, los magros ingresos -que afecta
también a un sector importante de jubilados- es una expresión de la inestabilidad en la que
estamos sumergidos.”
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Pero, ante esta realidad que nos preocupa, estamos llamados a animarnos a un encuentro
sostenido entre diversos sectores sociales que, desde una actitud de humildad y despojo de sí,
puedan iniciar un proceso de cambios profundos. En este sentido agrega el mencionado
documento: “El compromiso solidario y la comunión de bienes, sigue siendo una alternativa
válida para salir de esta crisis. Confiamos en que nadie con posibilidades de aportar esté
ausente. En este contexto de crisis, el sostenimiento de políticas públicas que tiendan a la
creación de fuentes de trabajo genuino es indispensable para una sociedad que busca el
desarrollo de todos sus miembros. Al mismo tiempo, el tejido de redes sociales contribuye
considerablemente a la contención, asistencia y promoción de quienes están más
necesitados.”
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En la fe del pueblo riojano anidan muchos valores y es fuente de un compromiso con la vida y
la realidad que nos alienta a mirar un futuro con esperanza. Que la memoria de estos 431 años
de vida de nuestra querida “Ciudad de todos los Santos de la Nueva Rioja” nos aliente asumir
nuestra hora en la historia para dejar una huella de cambios consensuados, sustentables y
posibles.
+ Dante G. Braida
Obispo de La Rioja